El Remanente De Israel
YAHSHUA
EDMOND PARÍS
La
Historia Secreta de los Jesuítas
EDMOND PARÍS
Esta obra se tradujo del francés al inglés en 1975.
Traducido al español por Eduardo y Gladys Aparicio.
CHICK PUBLICATIÓNS
Ontario, Caíif. 91761
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Impreso en los Estados Unidos de América
ISBN: 0-7589-0628-5
3
CONTENIDO
Prólogo por Edmond París 8
Parte I
La Fundación de la Orden Jesuíta
1 Ignacio de Loyola 17
2 Los Ejercicios Espirituales 22
3 La Fundación de la Compañía 25
4 El Espíritu de la Orden 27
5 Los Privilegios de la Compañía 30
Parte II
Los Jesuítas en Europa en los Siglos 16 y 17
1 Italia, Portugal y España 33
2 Alemania 36
3 Suiza 41
4 Polonia y Rusia 43
5 Suecia c Inglaterra 45
6 Francia 48
Parte III
Misiones en el Extranjero
1 India, Japón y China 53
2 Las Américas: El Estado Jesuita de Paraguay 58
4
Parte IV
Los Jesuítas en la Sociedad Europea
1 La Enseñanza de los Jesuítas 62
2 La Moral de los Jesuítas 67
3 El Eclipse de la Compañía 71
4 El Renacimiento de la Sociedad de Jesús en el Siglo 19 77
5 El Segundo Imperio y la Ley de Falloux —
La Guerra de 1870 80
6 Los Jesuitas en Roma — El Syllabus 87
7 Los Jesuitas en Francia Desde 1870 Hasta 1885 93
8 Los Jesuitas, el General Boulanger y el Caso Dreyfus 101
9 Los Años Previos a la Guerra: 1900-1914 117
Parte V
El Ciclo Infernal
1 La Primera Guerra Mundial 123
2 Preparativos Para la Segunda Guerra Mundial 131
3 La Agresión Alemana y los Jesuitas: Austria,
Polonia, Checoslovaquia y Yugoslavia 149
4 El Movimiento Jesuita en Francia Antes de la
Guerra de 1939-1945 y Durante Ella 167
5 La Gestapo y la Compañía de Jesús 175
6 Los Campos de la Muerte y la Cruzada Antisemita 185
7 Los Jesuitas y el Collegium Russicum 191
8 El Papa Juan XXIII se Quita la Máscara 198
Conclusión
Bibliografía
208
217
5
Introducción por el Editor
No existe persona más calificada para presentar el libro de Edmond
París, "La Historia Secreta de los Jesuitas", que el Dr. Alberto Rivera,
ex sacerdote jesuita que estuvo bajo su admisión y juramento extremos,
siendo capacitado después en el Vaticano e instruido respecto a la
historia de los jesuitas.
La información en esta obra se basa en hechos y está totaimente
documentada, y todo cristiano que cree en la Biblia debe leerla. La
Biblia dice: "MÍ pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento"
(Oseas 4:6).
J.T.C.
Introducción por el Dr. Rivera
Las personas más peligrosas son aquellas que parecen ser muy
religiosas, especialmente cuando están organizadas y ocupan puestos de
autoridad. Así cuentan con el profundo respeto de la gente, que ignora
su oculto y maligno afán de poder.
Estos hombres religiosos, que pretenden amar a Dios, recurren al
homicidio e incitan a revoluciones y guerras si éstas ayudan a su causa.
Son políticos religiosos astutos, inteligentes y sagaces que viven en un
mundo misterioso de secretos, intrigas y santidad falsa. En lo espiritual,
el patrón de conducta que se ve en "La Historia Secreta de los Jesuitas"
puede verse también en los escribas, fariseos y saduceos del tiempo de
Jesucristo. Ese mismo espíritu de maldad guió a los emperadores
romanos a proclamar los diez decretos asesinos para perseguir a la
iglesia cristiana primitiva.
Los "primeros Padres" seguían la mayor parte del antiguo sistema
babilónico, además de la teología judía y la filosofía griega.
Pervirtiendo la mayoría de las enseñanzas de Cristo y Sus apóstoles,
prepararon el camino para la maquinaria católica romana que se
iniciaría. Con fervor atacaron a la Biblia y la corrompieron,
añadiéndole y quitándole palabras. Ese espíritu religioso de un
anticristo que actuó por medio de ellos, se vio otra vez cuando Ignacio
de Loyola creó la organización jesuita. El objetivo era lograr
secretamente dos objetivos principales para la institución católica
romana: 1) poder político universal, y 2) una iglesia universal. Así se
cumplían las profecías de Apocalipsis 6,13,17 y 18.
Cuando surgió Ignacio de Loyola, la Reforma protestante había
dañado seriamente el sistema católico romano. Él llegó a la conclusión
6
de que su "iglesia" sólo podría sobrevivir si ponían en vigor los
cánones y las doctrinas sobre el poder temporal del papa y de la
institución católica romana. Para lograrlo, no sólo destruirían
físicamente a la gente —como lo estaban haciendo los sacerdotes
dominicos mediante la Inquisición—, sino que se infiltrarían en todos
los sectores de la vida. El protestantismo debía ser vencido y usado
para beneficio de los papas. Esto es lo que Ignacio de Loyola propuso
personalmente al papa Pablo III y a otras personas. Los jesuítas de
inmediato se pusieron en acción, infiltrándose secretamente en TODOS
los grupos protestantes, incluyendo sus familias, lugares de trabajo,
hospitales, escuelas, universidades, etc. En la actualidad, los jesuítas
casi han cumplido esa misión.
Según la Biblia, el poder de la iglesia local debe estar en manos de un
pastor consagrado a Dios, Sin embargo, a través de los años, los
jesuítas lograron tomar ese poder para ponerlo en manos de las sedes
denominacionales, y ahora han empujado a casi todas las
denominaciones protestantes hacia los brazos del Vaticano. Este era
exactamente el objetivo de Ignacio de Loyola: una iglesia universal y el
fin del protestantismo.
Al leer "La Historia Secreta de los Jesuítas" verá que existe un
paralelo entre el sector religioso y el político. El autor, Edmond París,
revela la penetración e infiltración de los jesuitas en los gobiernos y en
las naciones del mundo; esto se hizo con el fin de manipular el curso de
la historia, estableciendo dictaduras y debilitando democracias como la
de los Estados Unidos de América, abriendo el camino para la anarquía
social, política, moral, militar, educativa y religiosa.
El Hombre — Edmond París
A la luz de las enseñanzas proféticas del Apocalipsis, Edmond París
llegó a ser un mártir por Jesús. Al denunciar la conspiración, puso en
peligro su vida para dar a conocer la verdad de las señales proféticas.
Edmond París nunca me conoció, pero, aunque jamás lo vi
personalmente, yo lo conocí cuando a mí y a otros jesuítas bajo la
admisión y el juramento extremos, nos informaron los nombres de
instituciones c individuos en Europa que eran peligrosos para los
objetivos de la institución católica romana. Allí mencionaron su
nombre.
7
Obras de Edmond Paris
• Le Vaüan Contre la Frunce (El Vaticano contra Francia)
• Genucide in the Satellite Craatici (Genocidio en la Croacia satélite)
• The Vatican Against Europe (El Vaticano contra Europa)
Las obras de Edmond Paris acerca del catolicismo romano motivaron
a los jesuitas a prometer que: 1) destruirían a Paris, 2) destruirían su
reputación y la de su familia, y 3) destruirían su trabajo. Aun ahora
intentan destrozar sus obras, pero estamos orando para que Dios
continúe preservándolas porque son sumamente necesarias para que el
pueblo católico romano sea guiado a la salvación.
Para la salvación del pueblo católico romano,
sinceramente,
Dr. Alberto Rivera
(ex sacerdote jesuíta)
8
"El amor a la verdad es nuestra única salvación".
Jean Guehenno — Academia Francesa
"Por lo cual, desechando la mentira,
hablad verdadcada uno con su prójimo".
(Efesios 4:25)
Prólogo
Según recordaba Adolphe Michel, escritor del siglo 19, Voltaire
calculó que a través de los años se habían escrito alrededor de seis mil
obras sobre los jesuítas. "¿Cuál será el total un siglo después?", se
preguntaba Michel, pero de inmediato concluyó: "No importa. Mientras
haya jesuítas, se tendrán que escribir libros contra ellos. No queda nada
nuevo que se pueda decir al respecto, pero cada día hay nuevas
generaciones de lectores.,. ¿Buscarán estos lectores los libros
antiguos?"1
Bastaría esa razón para justificar que tratemos de este tema tan
discutido. En realidad, ya no existen muchos de los primeros libros que
relataban la historia de los jesuítas. Sólo se encuentran en algunas
bibliotecas públicas, por lo que resultan inaccesibles para la mayoría de
los lectores. Siendo nuestro objetivo informar al público en general,
creímos necesario ofrecer un resumen de esas obras.
Hay otra razón, tan válida como la anterior. Así como surgen nuevas
generaciones de lectores, surgen también nuevas generaciones de
jesuitas. Y éstos trabajan ahora con los mismos métodos tortuosos y
tenaces que, en el pasado, activaron los reflejos de defensa de naciones
y gobiernos. Los hijos de Loyola son hoy —y podríamos decir, más que
nunca— el ala principal de la Iglesia Romana. Tan bien disfrazados
como en el pasado, si no mejor, siguen siendo los más notables
"ultramontanos", agentes discretos pero eficaces de la Santa Sede en
todo el mundo, defensores camuflados de su política y el "ejército
secreto del papado".
Por esta razón, el tema de los jesuitas nunca se agotará. Aunque
abunde literatura sobre ellos, cada época deberá añadir algunas páginas,
marcando la continuidad del sistema oculto que principió hace cuatro
1. Adolphe Michel, "Les Jesuites" (Sandoz et Fi&chbacher, París, 1879).
Prólogo
9
siglos "para la gran gloria de Dios", pero que existe realmente para la
gloria del papa.
A pesar del movimiento general hacia una creciente "laicización", y
del inevitable progreso del racionalismo que cada día reduce más el
dominio del "dogma", la Iglesia Romana no podía abandonar su gran
objetivo inicial: reunir bajo su báculo a todas las naciones del universo.
Pase lo que pase, esta monumental "misión" debe continuar entre los
"infieles" y los "cristianos separados". El clero secular tiene el deber de
mantener las posiciones adquiridas {un arduo trabajo en la actualidad),
mientras que de ciertas órdenes regulares depende el crecimiento del
redil de fieles, convirtiendo a los "herejes" e "infieles", que es una tarea
aún más ardua. El deber es preservar o adquirir, defender o atacar, y en
el frente de batalla está la fuerza móvil de la Sociedad de Jesús: los
jesuitas.
Hablando propiamente, la Sociedad no es secular ni regular en
términos de su Constitución. Es una compañía sutil que interviene
donde y cuando sea conveniente, en la iglesia y fuera de ella. En
resumen, es "el agente más hábil, perseverante, audaz y convencido de
la autoridad papal", como escribió uno de sus mejores historiadores.2
Veremos cómo se formó este cuerpo de "jenízaros" y cuál era el
servicio invaluable que rendían al papado. Asimismo, veremos que su
eficaz celo lo hizo indispensable para la institución que servía,
ejerciendo sobre ella tal influencia que a su general se le llamó el "papa
negro", y con razón, porque en el gobierno de la iglesia cada vez era
más difícil distinguir la autoridad del papa blanco de la de su poderoso
coadjutor.
Por tanto, este libro es una mirada retrospectiva y, a la vez, una
actualización de la historia del "jesuitismo". La mayoría de las obras
sobre los jesuitas no tratan de su importante rol en los eventos que
afectaron al mundo en los últimos 50 años. Por tanto, creímos que era
tiempo de llenar ese vacío, o, más precisamente, de iniciar con nuestra
modesta contribución un estudio más profundo del tema, sin ocultar los
obstáculos a los que se enfrentarán los autores no apologistas que
deseen escribir sobre este tema candente.
Entre todos los factores que fueron parte de la vida internacional en
un siglo lleno de confusión y agitación, uno de los más decisivos —y
más reconocidos— es la ambición de la Iglesia Romana. Su afán
2,O.Michei,op.cít.
10
La Historia Secreta de los Jesuítas
secular de extender su influencia hacia el este, la convirtió en la aliada
"espiritual" del pangermanismo y en su cómplice en el intento de
obtener supremo poder; esto causó muerte y destrucción a los pueblos
de Europa dos veces: en 1914 y en 1939.2a
La gente prácticamente desconoce la enorme responsabilidad del
Vaticano y de los jesuítas en el inicio de las dos guerras mundiales;
esto, en parte, se debió a los grandes recursos financieros que el
Vaticano y los jesuítas tenían a su disposición, dándoles poder en
muchos ámbitos, especialmente después del último conflicto.
En realidad, su papel en aquellos trágicos eventos casi no se ha
mencionado sino hasta estos tiempos, excepto por apologistas deseosos
de encubrirlo. A fin de rectificar esto y dar a conocer los hechos,
presentamos en este libro y en otros la actividad política del Vaticano
durante la época contemporánea, la cual tiene que ver también con los
jesuítas.
Este estudio se basa en irrefutables documentos de archivo, en
publicaciones de conocidos políticos, diplomáticos, embajadores y
escritores eminentes —en su mayoría, católicos—, legalizadas incluso
por el imprimátur.
Estos documentos revelan las acciones secretas del Vaticano y sus
hechos malignos para originar conflictos entre naciones cuando esto
beneficiaba sus propios intereses. Con la ayuda de artículos
concluyentes, mostramos el papel de la "iglesia" en el surgimiento de
regímenes totalitarios en Europa,
Estos testimonios y documentos constituyen una acusación
devastadora y, hasta ahora, ningún apologista ha intentado refutarlos.
El ío de mayo de 1938, el "Mercurio de Francia" nos hizo recordar
lo que se había dicho cuatro años antes:
"El Mercurio de Francia del 15 de enero de 1934 afirmó —y nadie lo
contradijo— que Pío XII 'hizo' a Hitler. Éste subió al poder, no por
medios legales, sino por la influencia del papa sobre el Centro {partido
católico alemán)... ¿Piensa el Vaticano que cometió un error político al
abrirle a Hitler el camino al poder? Al parecer, no..."
Aparentemente no pensaban así cuando se escribieron esas palabras,
un día después del "Anschluss" cuando Austria se unió al tercer Reich,
ni después, cuando aumentó la agresión nazi, ni durante la Segunda
2a, Véase Edmond París, Le Vatican contre TEurope (Fischbacher, París;
P.T.S., Londres); y L. Duca, "L'Or du Vatican" (Laffront, París).
Prólogo
11
Guerra Mundial. De hecho, el 24 de julio de 1959, Juan XXIII, sucesor
de Pío XII, le otorgó a su amigo Franz Von Papen el título honorario de
chambelán privado. Éste había sido espía en los Estados Unidos
durante la Primera Guerra Mundial, y uno de los responsables de la
dictadura de Hitler y del Anschluss. Se tendría que sufrir de un tipo
peculiar de ceguera para no ver esos hechos tan evidentes.
Respecto al acuerdo diplomático entre el Vaticano y el Reich nazi el
8 de julio de 1933, el escritor católico Joseph Rovan dice:
"El Concordato le dio al gobierno nacionalista-socialista —que en la
opinión de casi todos estaba formado por usurpadores, si no
bandoleros— el sello de un acuerdo con el poder internacional más
antiguo (el Vaticano), En cierto modo, equivalía a un diploma de
honorabilidad internacional" ("Le catholicisme politique en
Allemagne", París, 1956, p. 231,Ed.du Seuil).
El papa, no satisfecho con brindarle su apoyo "personal" a Hitler, le
dio así el apoyo moral del Vaticano ai Reich nazi.
Al mismo tiempo que el terror empezaba a reinar en el otro lado del
Rin, siendo aceptado y aprobado tácitamente, los llamados "camisas
negras" habían puesto ya a 40,000 personas en campos de
concentración. Los pogromos aumentaban al paso de esta marcha nazi:
"Cuando la sangre judía corre por el cuchillo, nos sentimos bien otra
vez" (Horst-Wessel-Lied).
En los siguientes años, Pío XII vio cosas aún peores sin
escandalizarse. No es de sorprender que los líderes católicos de
Alemania compitieran entre sí en su servilismo hacia el régimen nazi,
inspirados por su "Cabeza" en Roma. Resulta una experiencia increíble
leer los pensamientos confusos y las acrobacias verbales de teólogos
oportunistas como Michacl Schmaus. Pío XII lo nombró después
"principe de la iglesia" y, el 2 de septiembre de 1954, "La Croix" lo
describió como "el gran teólogo de Munich", lo que hizo también el
libro "Katholisch Konservalives Erbgut", del cual alguien escribió:
"Esta antología reúne textos de los principales teóricos de Alemania,
desde Gorros hasta Vogelsang; nos hace creer que el nacionalsocialismo
nació pura y simplemente de ideas católicas" (Gunther
Buxbaum, "Mercure de Francc", 15 de enero de 1939).
Los obispos, que debido al Concordato debían jurar lealtad a Hitler,
procuraban siempre superarse el uno al otro en su "devoción":
"Bajo el régimen nazi, constantemente hallamos el apoyo ferviente
de los obispos en toda la correspondencia y en las declaraciones de los
dignatarios eclesiásticos" (Joseph Rovan, op. cit., p. 214).
12
La Historia Secreta de los Jesuitas
Según Franz Von Papen, a pesar de la obvia diferencia entre el
universalismo católico y el racismo hitleriano, estas dos doctrinas se
habían "reconciliado armoniosamente"; este escandaloso acuerdo se dio
porque el "nazismo es una reacción cristiana contra el espíritu de 1789".
Retornemos a Michael Schmaus, profesor de la Facultad de Teología
de Munich, quien escribió:
"Imperio e Iglesia es una serie de escritos que deberían contribuir al
desarrollo del tercer Reich porque une a un estado nación al-socialista
con el cristianismo católico...
"Estos escritos, totalmente alemanes y totalmente católicos, exploran
y favorecen las relaciones y reuniones entre la Iglesia Católica y el
nacional-socialismo; abren el camino para una cooperación fructífera,
como se describe en el Concordato... El movimiento nacional-socialista
es la protesta más fuerte y masiva contra el espíritu de los siglos 19 y
20... La idea de tener un pueblo de una sola sangre es la idea central de
sus enseñanzas, y todos los católicos que obedecen las instrucciones de
los obispos alemanes tienen que admitir que es así... Las leyes del
nacional-socialismo y las de la Iglesia Católica tienen el mismo
objetivo..." (Begegnungen zwischen Katholischem Christentum und
nazional-sozialistischer Weltanschauung Aschendorff, Munster, 1933).
Este documento prueba que la Iglesia Católica jugó un papel
primordial para elevar a Hitler al poder; en realidad fue un arreglo
establecido de antemano. Muestra el horrendo acuerdo entre el
catolicismo y el nazismo. Se ve claramente el odio del liberalismo, que
es la clave en este asunto.
En su libro "Católicos de Alemania", Robert d'Harcourt, de la
Academia Francesa, dice:
"De todas las declaraciones episcopales que siguieron a las
elecciones triunfales del 5 de marzo de 1933, el punto más vulnerable
se halla en el primer documento oficial de la iglesia que contiene las
firmas de todos los obispos alemanes. Nos referimos a la carta pastoral
del 3 de junio de 1933, que involucra a todo el episcopado alemán.
"¿Qué forma tiene este documento? ¿Cómo principia? Con una nota
de optimismo y una declaración alentadora: 'Los hombres a la cabeza
de este nuevo gobierno, para alegría nuestra, nos han asegurado que
ellos y su trabajo tienen un fundamento cristiano. Una declaración de
tan profunda sinceridad merece la gratitud de todos los católicos'"
(París, Plon, 1938, p. 108).
Desde el principio de la Primera Guerra Mundial varios pastores han
Prólogo
13
llegado y se han ido, pero su actitud, sin variar, ha sido la misma hacia
las dos facciones que se enfrentaron en Europa.
Muchos autores católicos no pudieron ocultar su sorpresa —y
tristeza— al escribir sobre la indiferencia inhumana de Pío XII ante las
peores atrocidades cometidas por aquellos que contaban con el favor
del papa. De los numerosos testimonios, citaré uno de los ataques más
moderados contra el Vaticano, presentado por Jean d'Hospital,
corresponsal de "Monde":
"El recuerdo de Pío XII está rodeado de dudas. En primer lugar,
observadores de cada nación, y aun dentro de los muros de) Vaticano,
plantean esta pregunta candente: ¿Sabía él de ciertas atrocidades que se
cometieron durante esta guerra que Hitler inició y dirigió?
"Teniendo siempre a su disposición los informes regulares y
trimestrales de los obispos... ¿podía ignorar él lo que los líderes
militares alemanes nunca pudieron pretender que ignoraban: la tragedia
de los campos de concentración —civiles condenados a la
deportación—, las masacres a sangre fría de los que 'estorbaban' —el
terror de las cámaras de gas—, donde millones de judíos fueron
exterminados por razones administrativas? Y si lo sabía, como
fideicomisario y líder principal del evangelio, ¿por qué no salió vestido
de blanco, con los brazos extendidos formando la cruz, para denunciar
un crimen sin precedentes y gritar: ¡No!?...
"Almas devotas buscarán en vano en las encíclicas, discursos y
mensajes del papa ya fallecido; no hay indicio de condenación de esta
'religión de sangre' instituida por Hitler, el anticristo... no encontrarán
condenación del racismo, que es una obvia contradicción del dogma
católico" ("Rome en confidence", Grasset, París, 1962, pp. 91ss).
En su libro "Le silence de Pie XII" (publicado por Du Rocher,
Monaco, 1965), el autor Cario Falconi escribe:
"La existencia de tales monstruosidades (exterminaciones masivas de
minorías étnicas, prisioneros y civiles deportados) destruye todo
estándar de bien y mal. Va contra su dignidad como individuos y como
sociedad en general, a tal grado que nos vemos obligados a denunciar a
quienes hubieran podido influir en la opinión pública, ya fueran civiles
comunes o gobernantes.
"Permanecer callados ante tales atrocidades sería colaborar con ellos.
Estimularía la maldad de los criminales, fomentando su crueldad y
vanidad. Pero, si toda persona tiene el deber moral de reaccionar al
enfrentar tales crímenes, tal deber es aun doble para las sociedades
14
La Historia Secreta de los Jesuitas
religiosas y sus líderes, y sobre todo para el líder de la Iglesia Católica.
"Pío XII nunca condenó directa y explícitamente la guerra de
agresión, mucho menos los inconcebibles crímenes que los alemanes o
sus cómplices cometieron durante esa guerra.
"Pío XII no permaneció callado por ignorar lo que sucedía; desde el
principio supo de la gravedad de la situación, quizá aún mejor que
cualquier otro jefe de estado del mundo..." (pp. 12ss).
¡La situación es aún peor! El Vaticano ayudó a cometer esos
crímenes al "prestar" a dos de sus prelados para que actuaran como
agentes pro nazis: monseñores Hlinka y Tiso. También envió a Croacia
a su legado, el R.P. Marcone, quien con la ayuda del monseñor Stepinac
debía vigilar el "trabajo" de Ante Pavelic y sus "ustasbis". Dondequiera
que miremos, vemos el mismo espectáculo.
Como hemos mostrado, no censuramos tan solo esa monstruosa
parcialidad y complacencia. El crimen imperdonable del Vaticano fue
su participación decisiva para causar las dos guerras mundiales.3
Veamos lo que dice Alfred Grosser, profesor del Instituto de Estudios
Políticos de la Universidad de París:
"El conciso libro de Guenter Lewy, The Catholic Church and nazi
Germany' (La Iglesia Católica y la Alemania nazi —Nueva York,
McGrawhill, 1964), afirma que todos los documentos concuerdan al
mostrar que la Iglesia Católica cooperó con el régimen de Hitler...
"En julio de 1933, cuando el Concordato obligó a los obispos a hacer
un juramento de lealtad al gobierno nazi, los campos de concentración
ya estaban operando... las citas compiladas por Guenter Lewy lo prueba
abrumadoramente. En ellas encontramos evidencias devastadoras sobre
personas importantes como el cardenal Faulhaber y el jesuita Gustav
Gundlach".4
Realmente no hay argumento que pueda refutar esta cantidad de
pruebas sobre la culpabilidad del Vaticano y de los jesuitas. Su ayuda
fue la principal fuerza que permitió el rápido ascenso de Hitler al poder,
quien juntamente con Mussolini y Franco —a pesar de las
apariencias— eran sólo peones para la guerra que el Vaticano y sus
jesuitas manipulaban.
Los turiferarios del Vaticano deben bajar la cabeza avergonzados
cuando un miembro del parlamento italiano exclama: "Las manos del
3. E. París, "The Vatican against Europe" (P.T.S., Londres),
4. Saúl Friedlander, "Pie XII et le lile Reich" (Ed. du Seuil, París, 1964).
Prólogo
15
papa están bañadas de sangre" (discurso que Laura Díaz, miembro del
parlamento por Livourne, presentó en Ortona el 15 de abril de 1946), o
cuando los estudiantes de la Universidad de Cardiff escogen este tema
para una conferencia: "¿Se debería juzgar al papa como criminal de
guerra?" ("La Croix", 2 de abril de 1946).
* * *
El papa Juan XXIII, refiriéndose a los jesuítas, dijo: "Perseveren,
amados hijos, en las actividades por cuyos méritos ya son conocidos...
Así alegrarán a la iglesia y crecerán con incansable ardor; el camino de)
justo es como la luz de la aurora... Que esa luz crezca e ilumine la
formación de los adolescentes,.. De ese modo ayudarán a cumplir
nuestros deseos e intereses espirituales... De todo corazón damos
nuestra bendición apostólica a vuestro Superior General, a ustedes y a
sus coadjutores, y a todos los miembros de la Sociedad de Jesús".5
El papa Paulo VI dijo:
"Desde el tiempo de su restauración, esta familia religiosa goza de la
dulce ayuda de Dios y se ha enriquecido rápidamente progresando en
gran manera... los miembros de la Sociedad han realizado muchas obras
importantes, todas para la gloria de Dios y el beneficio de la religión
católica... la iglesia necesita soldados de Cristo con valentía, armados
de una fe sin temor, listos para cnfrentaT dificultades... por esa razón
tenemos una enorme esperanza en la ayuda que brindarán sus
actividades... que en la nueva era la Sociedad marche por el mismo
sendero honorable que recorrió en el pasado...
"Declarado en Roma, cerca de San Pedro, el 20 de agosto de 1964,
durante su segundo año como papa".6
* * *
El 29 de octubre de 1965, "L'Osservatore Romano" anunció: "El
reverendísimo padre Arrape, general de los jesuitas, celebró la santa
misa para el Concilio Ecuménico el 16 de octubre de 1965".
Vemos aquí la apoteosis de la "ética papal", el anuncio simultáneo de
un proyecto para beatificar a Pío XII y a Juan XXIII: "A fin de
5. L'Osservatore Romano, 20 de octubre de 1961.
6. L'Osservatore Romano, 18 de septiembre de 1964.
16
La Historia Secreta de los Jesuítas
fortalecernos en nuestro esfuerzo por alcanzar una renovación
espiritual, hemos decidido iniciar los procedimientos canónicos para
beatificar a estos dos grandes y piadosos pontífices a los que tanto
amamos" (Papa Paulo VI).7
* * *
Nuestro deseo es que este libro le revele la verdadera naturaleza del
amo romano, cuyas palabras son tan "dulces" como feroces son sus
hechos secretos.
7. L'Osservatore Romano, 26 de noviembre de 1965.
17
Parte I
La Fundación de la Orden Jesuíta
Capítulo 1
Ignacio de Loyola
El fundador de la Sociedad de Jesús, el español vasco don Tñigo
López de Recalde, nació en 1491 en el castillo de Loyola, provincia de
Guipúzcoa. Fue uno de los tipos más extraños de monje-soldado que
haya engendrado el mundo católico. Entre los fundadores de órdenes
religiosas, su personalidad quizá sea la que ha dejado la marca más
fuerte en la mente y conducta de sus discípulos y sucesores.
Tal vez a ello se deba esa "apariencia conocida" o "sello característico",
que llega aun a la semejanza física. Aunque Folliet lo rechaza,1 muchos
documentos prueban que se ha mantenido un tipo "jesuíta" a través de
las edades. El testimonio más gracioso al respecto se encuentra en el
museo de Guimet. Sobre el trasfondo dorado de un biombo del siglo
16, con todo el humor de su raza, un artista japonés pintó la llegada de
los portugueses, y de los hijos de Loyola en particular, a las islas
japonesas. El asombro de este amante de la naturaleza y de los colores
brillantes es obvio al ver la forma en que representó aquellas sombras,
largas y negras, con rostros tristes, expresando la arrogancia del
fanático líder. Para todos es evidente la similitud entre la obra del
artista oriental del siglo 16 y la de Daumier en 1830.
Como muchos otros santos, Iñigo —que después romanizó su
nombre cambiándolo a Ignacio— no parecía ser el predestinado para
iluminar a sus contemporáneos.2 Su juventud tormentosa estuvo llena
de fallas y aun "crímenes atroces". Según un informe policial, él era
"traicionero, violento y vengativo". AI hablar de la violencia de los
instintos —algo común en aquel tiempo—, sus biógrafos reconocen
que él no se rendía ante ninguno de sus compañeros cercanos. Uno de
sus confidentes dijo que Loyola fue "un soldado indisciplinado y
presumido", y según su secretario Polanco, "llevó una vida sin control
1. "La Croix", 31 de julio de 1956.
2. Como San Agustín, San Francisco de Asís y muchos otros.
18
La Historia Secreta de los Jesuítas
en lo concerniente a mujeres, juegos de azar y duelos".3 Esto lo relata
uno de sus hijos espirituales, R.P. Rouquette, quien trató de explicar y
justificar de alguna manera ese temperamento vehemente, que
finalmente se tornó "ad majorem Dei gloriam" (a la mayor gloria de
Dios).
Como en el caso de muchos héroes de la Iglesia Católica Romana,
fue necesario un severo problema físico para cambiar su personalidad.
El había sido paje del tesorero de Castilla hasta que su amo cayó en
deshonra. Después, sirvió como caballero de! virrey de Navarra.
Habiendo sido cortesano hasta entonces, emprendió la vida de soldado,
defendiendo a Pamplona contra los franceses comandados por el conde
de Foix. Fue en esa lucha donde sufrió la herida que decidiría el futuro
de su vida.
Cuando una bala de cañón le quebró la pierna, los franceses
victoriosos ío enviaron al castillo de Loyola, el hogar de su hermano.
Allí enfrentó el martirio de una cirugía sin anestesia. Como ésta no se
realizó en forma correcta, pasó por una segunda operación en la que
tuvieron que romperle la pierna para acomodarla. A pesar de todo,
Ignacio quedó cojo. Realmente es comprensible que esa experiencia le
causara un colapso nervioso. El "don de lágrimas" que se le concedió
"en abundancia", y que sus biógrafos piadosos vieron como un favor de
lo alto, quizá sólo fue resultado de su naturaleza sumamente emocional,
afectándolo cada vez más.
Mientras yacía herido y en dolor, sólo se entretenía leyendo "La Vida
de Cristo" y "La Vida de los Santos", los tínicos libros que halló en el
castillo.
Puesto que prácticamente carecía de educación y sufría aún los
efectos de su tragedia, la angustia de la pasión de Cristo y el martirio de
los santos dejaron en él un impacto imborrable. Esta obsesión llevó al
guerrero inválido hacia el camino del apostolado.
"Él dejaba a un lado los libros y soñaba despierto. Era un caso claro
de ese juego imaginario de la niñez que continúa en los años de la edad
adulta... Si permitimos que esto invada el área de lo síquico, resulta en
neurosis y abandono de la voluntad; ¡lo real llega a ser secundario!"4
A primera vista, tal diagnóstico no parece aplicarse al fundador de
3. RP. jesuíta Robert Rouquette, "Saint Ignace de Loyola"
(París: Ed. Albín Michel, 1944), p. 6.
4. Ibíd.,p. 9.Ignacio de LoyoJa
19
esa Orden tan activa, ni a otros "grandes místicos" y creadores de
sociedades religiosas que, al parecer, poseían una enorme capacidad
organizativa. Sin embargo, vemos que ninguno de ellos podía resistir su
imaginación extremadamente activa y, para ellos, lo imposible llega a
ser posible.
Al respecto, el mismo autor dice: "Quisiera señalar el resultado obvio
cuando alguien, poseedor de una inteligencia brillante, practica el
misticismo. La mente débil que cede al misticismo está en terreno
peligroso, pero el místico inteligente constituye un peligro aún mayor
porque su intelecto trabaja en forma más amplia y profunda,.. Cuando
en una inteligencia activa el mito toma control de la realidad, se
convierte en mero fanatismo, una infección de la voluntad que sufre de
aumento parcial o distorsión".5
Ignacio de Loyola fue un ejemplo perfecto del "misticismo activo" y
la "distorsión de la voluntad". No obstante, la transformación del
caballero-guerrero en "general" de la Orden más militante de la Iglesia
Romana, fue lenta. Antes de encontrar su verdadera vocación, dio
muchos pasos vacilantes.
Nuestro objetivo no es examinar cada etapa, sino recordar los puntos
principales: en la primavera de 1522 salió del castillo ancestral,
decidido a ser un santo semejante a aquellos de cuyas hazañas
inspiradoras había leído en el gran volumen "gótico". Además, ¿no se
le había aparecido la Virgen una noche, llevando en sus brazos al Niño
Jesús? Después de hacer una confesión total en el monasterio de
Montserrat, planeaba ir a Jerusalén. Pero, debido a la peste en
Barcelona y el cierre del tráfico marítimo, tuvo que permanecer en
Manresa casi un año. Allí pasó mucho tiempo en oración y súplica, en
ayunos prolongados, flagelándose y practicando toda forma de
maceracíón, y presentándose ante el "tribunal de penitencias" aunque,
al parecer, su confesión en Montserrat había durado tres días enteros.
Una confesión tan exhaustiva habría sido suficiente para un pecador
menos concienzudo. Todo esto muestra el estado mental y nervioso del
hombre. Al fin, librándose de la obsesión con el pecado al decidir que
era una treta de Satanás, se dedicó por entero a las visiones variadas y
abundantes que acosaban su mente febril.
5. Dr. Legrain, "Le Mysticisme et la folie" (Herblay: Ed. de l'Idee Libre,
[S.etO.], 1931), pp. 14-16.
20
La Historia Secreta de los Jesuítas
H. Boehmer dice: "Fue debido a una visión que él empezó a comer
carne otra vez. Una serie de visiones le revelaron los misterios del
dogma católico y le ayudaron a vivirlo en verdad. De esa manera,
medita en la Trinidad considerando la forma de un instrumento musical
con tres cuerdas; en el misterio de la creación del mundo, como 'algo*
nebuloso y una luz proveniente de un rayo solar; en el milagroso
descenso de Cristo en la eucaristía, como rayos de luz que entraban en
el agua consagrada cuando el sacerdote la sostenía mientras rezaba; en
la naturaleza humana de Cristo y la santa Virgen bajo la forma de un
deslumbrante cuerpo blanco; y, finalmente, en Satanás como una forma
sinuosa y reluciente, similar a una multitud de ojos misteriosos y
centelleantes".6 ¿No es este el inicio de las conocidas imágenes creadas
por los jesuítas?
Boehmer añade que el profundo significado de los dogmas le fue
revelado como un favor especial de lo alto, mediante intuiciones
transcendentales. "De pronto comprendió con claridad muchos
misterios de la fe y la ciencia; después aparentó haber aprendido más
en esos breves momentos que durante todos sus estudios. Sin embargo,
nunca pudo explicar cuáles eran los misterios que había comprendido
repentinamente. Sólo tenía un vago recuerdo, la sensación de algo
milagroso, como si en ese momento hubiera llegado a ser 'otro hombre
con otra inteligencia'".7
Todo eso pudo ser resultado de un trastorno nervioso, similar a la
experiencia de los que fuman opio y consumen hachís: incremento o
extensión del ego, la ilusión de estar elevándose por encima de lo real,
una sensación brillante que deja sóío un recuerdo confuso.
Las visiones e iluminaciones maravillosas fueron los compañeros
constantes de este místico durante toda su vida.
"El jamás dudó de que esas revelaciones fueran reales. Perseguía a
Satanás con un palo como lo hubiera hecho con un perro bravo; le
hablaba al Espíritu Santo como se le habla a otra persona; pedía la
aprobación de Dios, de la Trinidad y de la Virgen en todos sus
proyectos; y derramaba lágrimas de gozo cuando ellos se le aparecían.
En esas ocasiones experimentaba de antemano la dicha celestial; los
cielos se le abrían y la Deidad era visible y perceptible para él" ,8
6-7. H. Boehmer, profesor,Universidad de Bonn, "Les Jesuites"
(París: Armand Colín, 1910),pp. 12-13.
8.1bid.,p. 14.Ignacio de Loyola
21
¿No es este el caso perfecto de una persona alucinada? Esta Deidad
perceptible y visible es la misma que los hijos espirituales de Loyola
ofrecerían constantemente al mundo, no sólo por razones políticas —
apoyándose en la inclinación a la idolatría tan arraigada en el corazón
humano y elogiándola— sino también por convicción, por haber sido
muy bien adoctrinados. Desde el principio el misticismo medieval ha
predominado en la Sociedad de Jesús, y aún es lo que la motiva, a pesar
de sus evidentes aspectos mundanos, intelectuales y culturales. Su.
axioma básico es: "Todas las cosas a todos los hombres". Las artes, la
literatura, 1.a ciencia y aun la filosofía han sido sólo medios o redes para
atrapar almas, como las indulgencias fáciles otorgadas por los casuistas,
por cuyo relajamiento moral fueron reprobados con tanta frecuencia.
Para esta Orden, no existe ámbito alguno en el que sea imposible
trabajar en la debilidad humana, motivando al espíritu y a la voluntad a
rendirse y retornar a una devoción más tranquila y semejante a la de un
niño. Por tanto, trabajan para desarrollar el "reino de Dios" conforme a
su ideal: un gran redil bajo el báculo del Santo Padre. Parece extraño
que hombres eruditos puedan tener un ideal tan anacrónico, pero es
innegable, y confirma una realidad que a menudo se pasa por alto: la
preeminencia de las emociones en la vida del espíritu. Además, Kant
afirmó que toda filosofía es tan solo la expresión del temperamento o
carácter del filósofo.
Aparte de los métodos individuales, el "temperamento" jesuíta parece
ser más o menos uniforme entre ellos. "Una combinación de piedad y
diplomacia, ascetismo y sabiduría del mundo, misticismo y cálculo frío;
tal como era el carácter de Loyola, así es la idiosincrasia de esta
Orden" .9
En primer lugar, todo jesuíta eligió esta Orden debido a su propia
disposición natural; pero realmente llega a ser un "hijo" de Loyola
después de pasar por pruebas rigurosas y una educación sistemática que
dura no menos de 14 años.
De esa forma, la paradoja de la Orden ha continuado por 400 años:
una Orden que se esfuerza por ser "intelectual", pero que, a la vez,
siempre ha defendido la disposición más estricta dentro de la Iglesia
Romana y la sociedad.
9. J. Huber, profesor de teología católica en Munich, "Les Jesuites"
(París: Sandoz et Físchbacher, 1875), p. 127,
22
Parte I
Capítulo 2
Los Ejercicios Espirituales
Cuando llegó el momento de que Ignacio partiera de Manresa, él no
podía prever su destino, pero la ansiedad respecto a su salvación ya no
era su principal preocupación. En marzo de 1523 partió hacia la Tierra
Santa, ya no como simple peregrino, sino como misionero. Después de
muchas aventuras llegó a Jerusalén el 1 de septiembre, pero pronto tuvo
que salir de allí por orden del provincial de los franciscanos. Éste no
deseaba que un proselitismo prematuro pusiera en peligro la precaria
paz entre cristianos y turcos.
El frustrado misionero pasó por Venecia, Genova y Barcelona de camino
a ía Universidad de Alcalá, donde inició estudios teológicos. Fue allí
también donde empezó su "cura de almas" entre los oyentes voluntarios.
"En estos conventículos, las manifestaciones más comunes de piedad
entre el bello sexo eran los desmayos; así vemos con cuánta severidad
aplicaba sus métodos religiosos, y por qué esa propaganda ferviente
pronto despertaría la curiosidad y luego las sospechas de los
inquisidores... En abril de 1527, la Inquisición puso en la prisión a
Ignacio para juzgarlo por hereje. La investigación examinó esos
peculiares incidentes entre sus devotos, las extrañas aseveraciones del
acusado respecto al poder maravilloso que le confería su castidad, y sus
raras teorías sobre la diferencia entre los pecados mortales y los
veniales. Estas teorías tenían semejanzas sorprendentes con las de los
casuistas jesuítas de la época subsecuente". 1°
Puesto en libertad, pero bajo prohibición para celebrar reuniones,
Ignacio se dirigió a Salamanca donde pronto inició las mismas
actividades. Allí, sospechas similares entre los inquisidores lo llevaron
a la cárcel nuevamente. Quedó libre sólo con la condición de que
abandonara tal conducta. Por tanto, viajó a París para continuar sus
estudios en la Universidad de Montaigu. Sus esfuerzos para adoctrinar
a los compañeros, conforme a sus métodos peculiares, le causaron
problemas con la Inquisición otra vez. Entonces, actuando con mas
10. H. Boehmer, op. cít., pp. 20-21,25.Los Ejercicios Espirituales 23
prudencia, se reunía sólo con seis de sus compañeros universitarios, dos
de los cuales llegarían a ser seguidores muy apreciados: Salmerón y Laínez.
¿Qué había en este estudiante de más edad que atraía tan
poderosamente a los jóvenes? Era su ideal, y algo especial que llevaba
consigo: un librito. Este, a pesar de ser tan pequeño, es uno de los que
han influido en el destino de la humanidad. Esta obra se ha impreso
tantas veces que se desconoce el número total de copias; además, fue
objeto de más de 400 comentarios. Se trata del libro texto de los
jesuítas y, a la vez, el resumen del extenso desarrollo interior de su
maestro: "Ejercicios Espirituales".1' Boehmer declaró después:
"Ignacio comprendió, con más claridad que cualquier otro líder
previo a él, que la mejor forma de elevar a un hombre a cierto ideal es
convirtiéndose en amo de su imaginación. 'Inculcamos en él fuerzas
espirituales que difícilmente podrá eliminar después', fuerzas más
perdurables que todos los principios y las doctrinas más sublimes. Estas
fuerzas pueden salir a la superficie nuevamente, a veces después de
años en que ni siquiera se han mencionado, y llegan a ser tan poderosas
que la voluntad, incapaz de ponerles obstáculos, tiene que seguir su
irresistible impulso".12
Por tanto, el que se dedica a estos "Ejercicios", no sólo tendrá que meditar
en todas las "verdades" del dogma católico, sino que deberá vivirlas y
sentirlas con la ayuda de un "director". En otras palabras, deberá ver y
revivir el misterio con la mayor intensidad posible. La sensibilidad del
candidato queda impregnada con estas fuerzas, cuya persistencia en su
memoria —y aun más en su subconsciente— será tan poderosa como el
esfuerzo que hizo para evocarlas y asimilarlas. Además de la vista, los
otros sentidos como el oído, el olfato, el gusto y el tacto desempeñarán
su parte. En resumen, es simplemente una autosugestión controlada.
Puede decirse que, frente al candidato, se reviven la rebelión de los
ángeles, la expulsión de Adán y Eva del paraíso, el tribunal de Dios, y
las escenas y fases en los evangelios acerca de la Pasión. Escenas tiernas
y felices se alternan con otras más sombrías, a un ritmo diestramente
arreglado. El infierno, por supuesto, ocupa el lugar prominente en ese
"mágico espectáculo de luces", con el lago de fuego al que son arrojados
los que han sido condenados, con el horrendo concierto de gritos y el
hedor atroz de azufre y carne quemada. Sin embargo, Cristo esta siempre
presente allí, para sostener al visionario que no sabe cómo darle gracias
11-12. Ibid.,pp. 25,34-35.
24
La Historia Secreta de los Jesuitas
por no haberlo lanzado ya al infierno para que pague sus pecados pasados.
Edgar Quínet escribió:
"No sólo las visiones están previamente estructuradas; también están
anotados ios suspiros, las inhalaciones y la respiración; las pausas y los
intervalos de silencio se indican como en una partitura. Si no me cree,
lo citaré: 'La tercera forma de orar, midiendo las palabras y los
períodos de silencio'. Esta manera particular de orar consiste en dejar
fuera algunas palabras entre cada respiración; más adelante dice:
'Asegúrese de mantener intervalos iguales entre cada respiración, cada
sollozo y cada palabra* ("Et paria anhelituum ac vocum interstitia
observet"). Esto quiere decir que el hombre, esté inspirado o no, se
convierte en una máquina que debe suspirar, sollozar, gemir, llorar,
gritar o respirar en el momento exacto y en el orden que, según ha
demostrado la experiencia, son los más beneficiosos".12a
Resulta comprensible que después de dedicarse a estos Ejercicios
intensivos durante cuatro semanas, acompañado únicamente por un
director, el candidato esté listo para la instrucción y quebrantamiento
subsecuentes.
Al referirse al creador de ese método tan alucinante, Quinet dice:
"¿Sabe qué es lo que lo distingue de todos los ascetas del pasado? El
hecho de que podía observarse y analizarse lógica y fríamente en ese
estado de éxtasis, mientras que para los otros aun la idea de reflexionar
les era imposible.
"Imponiéndoles a sus discípulos acciones que para él eran espontáneas,
con su método necesitaba sólo 30 días para quebrantar la voluntad y el
razonamiento, tal como un jinete doma a su caballo. El sólo requería de
30 días, "triginta dies", para someter un alma. Nótese que el jesuitismo
se extendió junto con la Inquisición moderna: mientras que la
Inquisición dislocaba el cuerpo, los Ejercicios espirituales
quebrantaban los pensamientos bajo la máquina de Loyola".l2b
En todo caso, uno no podría examinar su vida "espiritual" con mucha
profundidad, aun sin tener el honor de ser jesuíta; los métodos de
Loyola deben recomendarse a los fieles y a los clérigos en particular,
como nos lo recuerdan comentaristas como el R.P. Pinard de la Boullayc,
autor de "Oración mental para todos". Esta obra, inspirada por Ignacio
y una ayuda valiosa para el alma, tendría —pensamos nosotros— un
título más explícito si dijera "alienación" en vez de "oración".
12a,12b. Michelet et Giúnet,"Des Jesuites" (París; Hachette,Paulin, 1845)Tpp. 185-187.
25
Parte I
Capítulo 3
La Fundación de la Compañía
La Sociedad de Jesús se constituyó como tal el día de la Asunción, en
1534, en la capilla de Notre Dame de Montmartre.
Ignacio tenía entonces 44 años de edad. Después de comulgar, el
originador de la idea y sus compañeros prometieron que, tan pronto
como finalizaran sus estudios, irían a la Tierra Santa para convertir a
los infieles. Sin embargo, al año siguiente se encontraban en Roma.
Allí, el papa —que con el emperador alemán y la república de Venecia
organizaba una cruzada contra los turcos— les mostró que debido a
ésta les sería imposible realizar su proyecto. Por tanto, Ignacio y sus
compañeros se dedicaron al trabajo misionero en territorios cristianos.
En Venecia su apostolado levantó una vez más las sospechas de la
Inquisición. La Constitución de la Compañía de Jesús fue al fin
redactada y, en 1540, Pablo III la aprobó en Roma. Los jesuitas se
pusieron a la disposición del papa, prometiéndole obediencia
incondicional. El campo de acción de la nueva Orden eran la
enseñanza, la confesión, la predicación y las obras de caridad. No
obstante, no excluían el trabajo misionero en otros países, ya que en
1541 Francisco Javier y dos compañeros partieron de Lisboa para
evangelizar en el Lejano Oriente. En 1546 se inició el aspecto político
de su carrera, cuando el papa escogió a Laínez y a Salmerón para que lo
representaran ante el Concilio de Trento como "teólogos pontificios".
Boehmer escribe lo siguiente:
"Luego, el papa empleó a la Orden sólo en forma temporal. Pero ésta
desempeñó sus funciones con tanta prontitud y celo que, ya bajo Pablo
ITJ, estaba firmemente establecida en toda clase de actividades selectas
y se había ganado la confianza de la Curia para siempre".12c
Esta confianza estaba totalmente justificada. Durante las tres sesiones
del concilio, que concluyó en 1562, los jesuitas —y Laínez en
particular, con su devoto amigo, el cardenal Morone— se convirtieron
en hábiles e incansables defensores de la autoridad pontificia y la
I2c. H. Boehmer, op. cit., pp. 47-48.
26
La Historia Secreta de los Jesuítas
intangibilidad del dogma. Mediante sus astutas maniobras y dialéctica,
vencieron a la oposición y todas las propuestas "herejes", incluyendo el
matrimonio de los sacerdotes, la comunión con el uso de los dos
elementos, el empleo del idioma local en los servicios y, en especial, la
reforma del papado. En la agenda sólo se mantuvo la reforma de los
conventos. Laínez mismo, con un poderoso contraataque, defendió la
infalibilidad papal que el Concilio Vaticano promulgó tres siglos
después.1-5 Gracias a las acciones firmes de los jesuítas, la Santa Sede
salió fortalecida de la crisis en la que casi fue derrotada. Por tanto, los
términos que Pablo 111 escogió para describir a esta nueva Orden, en su
Bula de Autorización, se justificaban ampliamente: "Régimen
Ecclesiaemilitantis".
El espíritu de lucha continuó creciendo con el paso del tiempo,
porque además de las misiones en países extranjeros, las actividades de
los hijos de Loyola empezaron a enfocarse en las almas de los hombres,
especialmente entre las clases gobernantes. La política es su principa!
campo de acción, ya que todos los esfuerzos de estos "directores" se
concentran en un objetivo: la sujeción del mundo al papado y, para
lograrlo, primeramente las "cabezas" deben ser conquistadas. ¿Cómo se
puede alcanzar este ideal? Con dos armas importantes: ser los
confesores de los poderosos y de aquellos que están en puestos
elevados, y la educación de sus hijos. De este modo, se asegura el
presente mientras se prepara el futuro.
La Santa Sede pronto se dio cuenta de la fuerza que aportaría la
nueva Orden. Al principio, el número de miembros se había limitado a
60, pero esta restricción se anuló de inmediato. Cuando falleció
Ignacio, en 1556, sus hijos estaban trabajando entre los paganos en la
India, China, lapón y el Nuevo Mundo, pero también y especialmente
en Europa: Francia, Alemania del sur y occidental —donde lucharon
contra la "herejía"—, España, Portugal, Italia y aun Inglaterra,
introduciéndose a través de Irlanda. Su historia, llena de vicisitudes,
trata de una red "romana" que constantemente tratan de extender por el
mundo, cuyos nexos siempre se rompen y se restauran.
13. Concilio Vaticano (1870).
27
Parte I
Capítulo 4
El Espíritu de la Orden
"No olvidemos —escribe el jesuíta Rouquette— que históricamente,
el 'ultramontanismo' ha sido la afirmación práctica del 'universalismo'...
Este universalismo necesario sería una palabra hueca si no resultara en
una obediencia práctica o cohesión del cristianismo; por ello Ignacio
deseaba que su equipo estuviera a disposición de! papa... y que fuera el
defensor de la unidad católica, la que sólo se logra mediante una
sujeción efectiva al vicario de Cristo".13a
Los jesuítas deseaban imponer este absolutismo monárquico en la Iglesia
Romana, y lo mantuvieron en la sociedad civil ya que debían ver a los
soberanos como representantes temporales de) Santo Padre, la verdadera
cabeza del cristianismo. Mientras los monarcas fueran totalmente dóciles
a su amo común, los jesuítas eran sus más fieles partidarios. Pero si
esos gobernantes se rebelaban, los jesuítas eran sus peores enemigos.
En Europa, dondequiera que los intereses de Roma requerían que la
gente se sublevara contra su rey, o si los gobernantes temporales
tomaban decisiones que avergonzaban a la iglesia, la Curia sabía que
fuera de la Sociedad de lesús, no encontraría gente más capaz, hábil y
osada para intrigas, propaganda o incluso franca rebelión,14
Hemos visto, en el espíritu de los Ejercicios, que el fundador de esta
Compañía estaba atrasado en su misticismo simplista, la disciplina
eclesiástica y, en general, en su concepto de subordinación. Las
Constituciones y los Ejercicios, fundamentales en ese sistema, no dejan
duda alguna al respecto. No importa qué digan sus discípulos —en
especial ahora, cuando las ideas modernas sobre ei tema son totalmente
diferentes—, la obediencia ocupa un lugar muy especial, sin duda el
primero al resumir las reglas de la Orden. Folliet quizá pretenda ver
sólo "obediencia religiosa", necesaria en toda congregación. El R.P.
Rouquette escribe desafiante: "Lejos de constituir una disminución del
Í3a. R.P, jesuíta Rouquette, op. cit., p. 44,
14. Rene Fulop-Milíer, "Les Jesuites et le secret de leur puissanee"
(París: Librería Plon, 1933), p. 61.
28
La Historia Secreta de los Jesuítas
hombre, esta obediencia inteligente y voluntaria es el pináculo de la
libertad... una liberación de la esclavitud a uno mismo". Sólo hay que
leer esos textos para percibir el carácter extremo, si no monstruoso, de
la sujeción del alma y del espíritu que se impone a los jesuítas,
haciéndolos instrumentos dóciles en las manos de sus superiores; y
peor aún, convirtiéndolos desde el principio en enemigos naturales de
toda clase de libertad.
Según Folliet, la famosa frase "perinde ac cadáver" (como cadáver en
manos del sepulturero) se encuentra en toda la "literatura espiritual", y en
el oriente, en la Constitución de los Haschichins. Los jesuítas deben estar
en las manos de sus superiores "como una vara que obedece cada impulso;
como una bola de cera que puede ser modelada y estirada en cualquier
dirección; como un pequeño crucifijo que uno levanta y mueve como
desea"; sin embargo, estas agradables fórmulas son reveladoras. Los
comentarios y explicaciones del creador de esta Orden no nos permiten
dudar de su verdadero significado. Además, entre los jesuítas no sólo la
voluntad, sino también el razonamiento y los escrúpulos morales deben
sacrificarse para dar lugar a la virtud primordial de la obediencia, que,
según Borgia, es "la muralla más fuerte de la Sociedad".
Loyola escribió: "Estemos convencidos de que todo es bueno y
correcto cuando lo ordena el superior". También declaró: "Incluso si
Dios les diera un animal sin raciocinio como señor, no vacilarán en
obedecerle como amo y guía, porque Dios ordenó que asi fuera".
Hay algo aún mejor: el jesuíta debe ver en su superior, no a un hombre
falible, sino a Cristo mismp. J, Huber, profesor de teología católica en
Munich y autor de una de las obras mas importantes acerca de los jesuítas,
escribió: "He aquí un hecho comprobado: las Constituciones repiten
500 veces que uno debe ver a Cristo en la persona del General".15^ ^s~
La disciplina de la Orden, equiparada tan a menudo con la del
ejército, es nada entonces cuando se compara con la realidad. "La
obediencia militar no es el equivalente de la obediencia jesuíta; ésta es
más amplia porque controla al hombre total, y no queda satisfecha,
como la otra, con un acto externo, sino que requiere que se sacrifique la
voluntad y se deje de lado el criterio propio".16
Ignacio mismo, en su carta a los jesuítas portugueses, escribió: "Si la
iglesia lo dice, debemos ver lo negro como blanco".
Tales son el "pináculo de la libertad" y la "liberación de la esclavitud
15-16. J. Huber, "Les Jesuites" {París; Sandoz et Fischbacher, 1875), pp. 71,73.
El Espíritu de la Orden
29
a uno mismo", alabados antes por el R.P. Rouquette. El jesuíta en
verdad se libera de sí mismo al sujetarse totalmente a sus amos; toda
duda o escrúpulo le serían imputados como pecado. Boehmer escribe:
"En las adiciones a las Constituciones se aconseja a los superiores
que, tal como hizo Dios con Abraham, ordenen a los novicios que
hagan cosas aparentemente criminales para probarlos. Sin embargo,
esas tentaciones deben estar en proporción a la fortaleza de cada uno.
No es difícil imaginar cuáles podrían ser los resultados de tal educación".1'?
La vida de altibajos de la Orden —no hay un solo país del cual no
haya sido expulsada— da testimonio de que todos los gobiernos, aun
los más católicos, vieron esos peligros. Al introducir a hombres tan
ciegamente devotos a su causa para enseñar entre las clases altas, a la
Compañía —defensora del universalismo y, por tanto, del
ultramontanismo— se le consideraba inevitablemente como una
amenaza para la autoridad civil, ya que la actividad de la Orden, por el
simple hecho de su vocación, se volcó cada vez más hacia la política.
En forma paralela, entre sus miembros se estaba formando lo que
llamamos el espíritu jesuita. No obstante, el fundador no había
descuidado la aptitud, siendo inspirado principalmente por las
necesidades de las "misiones", en el país y fuera de él. En su
"Sententiae asceticae" escribió: "Una cautela sagaz junto con una
pureza mediocre es mejor que una pureza mayor con una aptitud menos
perfecta. Un buen pastor de almas tiene que saber cómo ignorar muchas
cosas y pretender que no las entiende. Una vez que sea amo de las
voluntades, podrá guiar sabiamente a sus estudiantes a donde él elija.
La gente está totalmente absorta por intereses pasajeros, por lo que no
debemos hablarles muy directamente acerca de sus almas: seria lanzar
el anzuelo sin la carnada".
Se declaraba enfáticamente aun la expresión que se deseaba en los
hijos de Loyola: "Deben mantener la cabeza ligeramente baja, sin girar
a la izquierda ni a la derecha; no deben mirar arriba, y cuando le hablen
a alguien, no deben mirarlo directo a los ojos sino sólo indirectamente".18
Los sucesores de Loyola retuvieron muy bien esta lección en su
memoria, aplicándola extensamente para lograr sus planes.
17. Gabriel Monod, en Introduction aux "Jesuites", de H. Roehmer (París: Armarid
Colin),p.XVl.
18. Pierre Dominique,"La politique des Jesuites" (París: Grasset, 1995), p. 37
30
Parte I
Capítulo 5
Los Privilegios de la Compañía
Después de 1558, Laínez, el ingenioso táctico del Concilio de Trento,
fue nombrado general de la congregación con la facultad para organizar
la Orden como fuera inspirado. Las Declaraciones que redactó con
Salmerón se agregaron a las Constituciones, formando un comentario;
ellos acentuaron aún más el despotismo del general electo con carácter
vitalicio. Un monitor, un procurador y asistentes, que también residían
en Roma, lo ayudaban generalmente a administrar la Orden, dividida
entonces en cinco congregaciones: Italia, Alemania, Francia, España, e
Inglaterra y Estados Unidos. Estas congregaciones, a su vez, se dividían
en provincias que agrupaban las diferentes instituciones de la Orden.
Sólo el monitor (o supervisor) y los asistentes eran nominados por la
congregación. El general nombraba a los demás oficiales, promulgaba
ordenanzas que no debían modificar las Constituciones, administraba
las finanzas de la Orden conforme a sus propios deseos, y dirigía las
actividades de la misma respondiendo por ello únicamente ante el papa.
A esta milicia —tan firmemente unida en las manos de su líder, y que
necesitaba la mayor autonomía para que sus acciones fueran, eficaces—,
el papa le concedió privilegios que quizá les parecían exorbitantes a
otras órdenes religiosas.
Debido a sus Constituciones, los jesuítas estaban exentos de la regla
de aislamiento que se aplicaba a la vida monástica en general. En
realidad eran monjes que vivían "en el mundo" y, en lo externo, nada
los distinguía de) clero secular. Pero, a diferencia de éste y de otras
congregaciones religiosas, no estaban sujetos a la autoridad del obispo.
Ya desde 1545, una bula de Pablo III les permitió predicar, escuchar
confesiones, dispensar los sacramentos y decir misa; es decir, podían
ejercer su ministerio sin tener que referirse al obispo. Lo único que no
podían hacer era oficiar matrimonios.
Tenían poder para dar la absolución, para cambiar los votos por otros
que se pudieran cumplir más fácilmente, o incluso cancelarlos.
Gastón Bally escribe:
"El poder del general respecto a ia absolución y las dispensaciones es
Los Privilegios de la Compañía
31
aun mayor. Puede anular todo castigo infligido a los miembros de la
Sociedad antes o después que entraron en la Orden, absolver todos sus
pecados incluyendo el de herejía y cisma, la falsificación de escritos
apostólicos, etc.
"El general absuelve, en persona o mediante un delegado, a todos los
que están bajo su obediencia, del desdichado estado que resulta de la
excomunión, suspensión o interdicto, siempre y cuando estas censuras
no hayan sido infligidas por excesos tan enormes que, además del
tribunal papal, otros estén enterados de ellos.
"También absuelve de irregularidades que resulten por bigamia,
lesiones causadas a otras personas, crimen, asesinato... siempre y
cuando estos hechos malvados no se conozcan públicamente y sean
causa de escándalo".19
Por último, Gregorio XIII otorgó a la Compañía el derecho de hacer
negocios comerciales y bancarios, un derecho que después usó
extensamente.
Estas dispensaciones y poderes sin precedente les fueron totalmente
garantizados.
"Los papas recurrían aun a príncipes y reyes para defender estos
privilegios; amenazaban con aplicar la excomunión automática a todo
el que intentara anularlos. En 1574, una bula de Pío V le dio al general
el derecho de restaurar estos privilegios a su magnitud original,
oponiéndose a todo intento de alterarlos o reducirlos, aunque tales
reducciones estuvieran documentadas con la autoridad de una
revocación papal.,.
"Al otorgar a los jesuítas esos privilegios exorbitantes, contrarios a la
anticuada constitución de la iglesia, el papado deseaba, no sólo
proveerles armas poderosas para pelear contra los "infieles", sino, en
especial, usarlos como guardaespaldas para que defendieran su propio
poder ilimitado en la iglesia y contra la iglesia". "Para preservar la
supremacía espiritual y temporal que usurparon durante la Edad Media,
los papas vendieron la iglesia a la Orden de Jesús, y, en consecuencia,
se entregaron en sus manos... Si el papado era apoyado por los jesuítas,
la existencia total de éstos dependía de la supremacía espiritual y
temporal del papado. En esta forma, los intereses de ambos partidos
estaban íntimamente unidos".20
19. Gastón Bally, "Les Jesuites" (Chambery: Imprimerie Nouvelle, 1902), pp. 11-13.
20. Ibid.,pp.9-10; 16-17.
32
La Historia Secreta de los Jesuítas
No obstante, esta unión selecta necesitaba ayudantes secretos para
dominar a la sociedad civil: este papel recayó en aquellos que estaban
afiliados a la Compañía llamada Jesuítas. "Mucha gente importante
estuvo conectada de esta manera con la Sociedad: los emperadores
Ferdinando II y Ferdinando IH; Segismundo IIÍ, rey de Polonia que
había pertenecido oficialmente a la Compañía; el cardenal Infante, un
duque de Savoy. Y éstos no fueron los menos útiles".21
Lo mismo sucede hoy. Los 33,000 miembros oficiales de la Sociedad
trabajan en todo el mundo como su personal; son oficiales de un
ejército verdaderamente secreto, que en sus tropas cuenta con líderes de
partidos políticos, oficiales de alto rango, generales, magistrados,
médicos, catedráticos, etc.. Todos ellos se esfuerzan por llevar a cabo,
en su propia esfera, el "Opus Dei", la obra de Dios, que en realidad son
los planes del papado.
21. Pierre Domimque,op. cít., p. 37.
33
Parte II
Los Jesuítas en Europa en los Siglos 16 y 17
Capitulo 1
Italia, Portugal y España
"Francia —escribió Boehmer— es la cuna de la Sociedad de Jesús,
pero en Italia recibió su programa y constitución. Por tanto, en Italia
echó rafees primero y, de allí, se extendió a otros países".1
El autor menciona el creciente número de universidades (128) y
academias jesuítas (1,680). "Pero —dice— la historia de la civilización
italiana en los siglos 16 y 17 muestra sus resultados en forma más
sorprendente. Si un italiano instruido abrazaba otra vez la fe y las
ordenanzas de la iglesia, sentía nuevo celo por et ascetismo y las
misiones, componía poemas piadosos e himnos para la iglesia, dedicaba
concienzudamente los pinceles de pintor y los cinceles de escultor para
exaltar el ideal religioso, ¿no era acaso porque las clases educadas se
instruían en universidades y confesionarios jesuítas?"2
Desaparecieron la "sencillez del niño, la alegría, la vivacidad y el
simple amor por la naturaleza..."
"Los alumnos de los jesuitas son demasiado clericales, devotos y
absortos como para preservar esas cualidades. Las visiones e
iluminaciones extáticas los dominan; literalmente, se embriagan con
pinturas de las aterradoras mortificaciones y los tormentos atroces de
los mártires; necesitan la pompa, el brillo y lo teatral. Desde fines del
siglo 16, la literatura y el arte italianos reproducen fielmente esa
transformación moral... El desasosiego, la ostentación y la afirmación
aterradora que caracterizan a las creaciones de aquel período fomentan
un sentimiento de repulsión —en vez de simpatía— por las creencias
que debían interpretar y glorificar".3
Es la característica sui géneris de la Compañía. El amor por lo
distorsionado, afectado, brillante y teatral podría parecer extraño entre
místicos formados por los Ejercicios Espirituales, si no detectáramos el
objetivo esencialmente jesuita de impactar la mente. Es una aplicación
1. H. Boehmer, op. cit., p. 82.
2-3. Ibid.,pp. 82-83.
34
La Historia Secreta de los Jesuítas
de la máxima "el fin justifica los medios", que los jesuítas ponían en
práctica en las artes, la literatura, la política y la moral.
La Reforma apenas había tocado a Italia. Sin embargo, los valdenses,
que habían sobrevivido desde la Edad Media a pesar de la persecución,
y se habían establecido en el norte y sur de la península, se unieron a la
Tglesia Calvinista en 1532. Según un informe del jesuíta Possevino,
Emmanuel Filiberto de Savoy lanzó otra persecución sangrienta contra
sus subditos "herejes" en 1561. Lo mismo ocurrió en Calabria, en Casal
de San Sixto y la Guardia Fiscal. "Los jesuítas estaban implicados en
esas masacres; estuvieron ocupados convirtiendo a las víctimas..."4
El padre Possevino, por su parte, "seguía al ejército católico como su
capellán, y recomendaba la exterminación por fuego de los pastores
herejes como un acto necesario y santo",5
En los siglos 16 y 17, los jesuítas eran poderosos en Parma, en la
corte de los Farnese, así como en Ñapóles. Pero el 14 de mayo de 1606
los expulsaron de Venecia —donde se íes había colmado de favores — ,
por considerarlos como "los más fieles siervos y portavoces del papa".
Sin embargo, en 1656 les permitieron volver, pero su influencia en la
república sólo fue una sombra de la que habían tenido en el pasado.
Portugal fue un país favorito de la Orden. "Estando bajo Juan III
(1521-1559), era ya la comunidad religiosa más poderosa en el reino".6
Su influencia creció aún más tras la revolución de 1640, que puso a los
Braganza en el trono. "Bajo el primer rey de la casa de Braganza, el
padre Fernández fue miembro del gobierno; además, fue el consejero
más escuchado por la Teína regente Luisa mientras Alfonso VI era
menor de edad. El padre De Ville logró derrocar a Alfonso VI en 1667,
y el nuevo rey, Pedro II, ese mismo año nombró al padre Emmanuel
Fernández como su representante en las 'Cortes'... Aunque los Padres
no cumplían deberes públicos en el reino, eran más poderosos en
Portugal que en cualquier otra nación. No eran sólo consejeros
espirituales de la familia real, sino que el rey y sus ministros les
consultaban en toda situación importante. Por uno de sus testimonios
sabemos que, sin su consentimiento, nadie podía obtener cargo alguno
en la administración del estado y de la iglesia; a tal grado que el clero,
las clases altas y la gente disputaban entre sí para ganarse el favor y la
4. J. Huber, op. cit., p, 165.
5. H. Boehmer, op. cit., p. 89.
6.1bid.,pp. 85-86.
Italia, Portugal y España 35
aprobación de ellos. La política extranjera estaba también bajo su
influencia. Cualquier persona perspicaz podía darse cuenta de que esa
situación no beneficiaba al reino".7
Los resultados se ven en el estado de decadencia en el que cayó esa
tierra desafortunada. A mediados del siglo 18, se requirió de toda la
energía y perspicacia del marqués de Pombal para librar a Portugal del
control mortal de la Orden,
En España la penetración de la Orden fue más lenta. Por mucho
tiempo el clero superior y los dominicos se opusieron a ella. Aun los
reyes Carlos V y Felipe II, aunque aceptaban los servicios de estos
soldados del papa, desconfiaban de ellos y temían que invadieran su
autoridad. No obstante, con mucha astucia la Orden finalmente venció
la resistencia. "En el siglo 17 tenían todo poder entre las clases altas y
en la corte de España. El padre Neidhart, ex oficial de la caballería
alemana, incluso gobernó el reino como Consejero de Estado, Primer
Ministro y Gran Inquisidor.., En España y en Portugal, la ruina del
reino coincidió con el apogeo de la Orden,.."8
Edgar Quinet dijo lo siguiente:
"Dondequiera que muere una dinastía, puedo ver que se levanta y se
para tras ella una especie de genio malo, una de esas figuras sombrías
que son los confesores, atrayéndola en forma gentil y paternal hacia la
muerte".9
En realidad uno no puede imputar la decadencia de España
únicamente a esta Orden, "Sin embargo, es verdad que la Compañía de
Jesús, junto con la iglesia y otras órdenes religiosas, aceleraron su
caída; mientras más rica se hacía la Orden, más pobre era España, tanto
así que cuando Carlos II falleció, en las arcas del estado no había
suficiente dinero para pagar por las 10,000 misas que generalmente se
decían por la salvación del alma de un monarca fallecido".10
7. H. Boehmer, op. cit., pp. 85-88.
8. Ibid.
9. Michelet et Quinet, op. cit.,p. 259.
10. H, Boehmer, op. cit.,pp. 85—88.
36
Parte II
Capítulo 2
Alemania
"La lucha histórica entre el catolicismo y el protestantismo no se
libró en el sur de Europa, sino en Europa central: Francia, Holanda,
Alemania y Polonia. Por tanto, estos países fueron el principal campo
de batalla para la Sociedad de Jesús".1!
La situación era particularmente grave en Alemania, "No sólo los
pesimistas, sino también católicos sabios y estudiosos consideraban que
estaba casi perdida la causa de la antigua iglesia en todo el territorio
alemán. Aun en Austria y Bohemia, el rompimiento con Roma estaba
tan generalizado que, para los protestantes, era razonable tener la
esperanza de conquistar Austria en unas décadas. Entonces, ¿por qué
no ocurrió ese cambio, dividiéndose más bien el país en dos secciones?
El partido católico, a fines del siglo 16, no titubeó en responder esta
pregunta porque siempre reconoció que ios Witeísbach, los Habsburg y
los jesuítas eran responsables por el afortunado cambio de
circunstancias".12
Rene Fulop-Miller escribió acerca del papel de los jesuítas en estos
eventos: "La causa católica sólo podía esperar verdadero éxito si los
Padres eran capaces de influir en los príncipes, guiándolos en todo
tiempo y circunstancia. Los confesionarios les brindaban a los jesuítas
el medio para tener una influencia política duradera, y por tanto, una
acción efectiva".*3
En Baviera, el joven duque Alberto V, hijo de un católico celoso y
educado en Ingolstadt, la antigua ciudad católica, llamó a los jesuítas
para combatir la herejía:
"El 7 de julio de 1556, ocho padres y doce maestros jesuítas llegaron
a Ingolstadt. Fue el inicio de una nueva era para Baviera... el estado
mismo recibió un nuevo sello... los conceptos católicos romanos
dirigieron la política de los príncipes y el comportamiento de las clases
altas. Pero, este nuevo espíritu tomó control sólo de las clases más
altas. No se ganó el corazón de la gente común... No obstante, bajo la
11-12. H. Boehmer, op. cit., pp. 89,104,112,114.
13. Rene Fulop-Miller, op. cit., II,pp. 98,102.Alemania
37
dura disciplina del estado y la iglesia restaurada, otra vez se volvieron
católicos devotos, dóciles, fanáticos e intolerantes ante toda herejía...
"Quizá parezca excesivo atribuir virtudes y actos tan prodigiosos a
un simple grupo de extraños. Sin embargo, en esas circunstancias, la
proporción de su fuerza fue inversa a su número y, al no enfrentar
obstáculos, fueron efectivos de inmediato. Los emisarios de Loyola se
ganaron el corazón y la mente del país desde el principio... A partir de
la siguiente generación, Ingolstadt se convirtió en el modelo perfecto de
la ciudad alemana jesuíta".14
Al leer lo siguiente, se puede juzgar el estado mental que los Padres
introdujeron a esta fortaleza de fe:
"El jesuita.Mayrhofer, de Ingolstadt, en su 'Espejo del Predicador'
enseñó: 'No se nos juzgará si demandamos la muerte de los
protestantes, así como no se nos juzgaría si pidiéramos la pena capital
para ladrones, asesinos, falsificadores y revolucionarios'".15
Los sucesores de Alberto V —sobre todo Maximiliano I (1597-
1651)— completaron su obra. Pero Alberto V era concienzudo en su
"deber" de garantizar la "salvación" para sus subditos.
"Tan pronto como los Padres llegaron a Baviera, su actitud hacia los
protestantes y a quienes los apoyaban se tornó más severa. Desde 1563
expulsó sin piedad a los reincidentes, y no mostró misericordia hacia
los anabaptistas, que fueron ahogados, quemados, encarcelados y
encadenados, actos alabados por el jesuíta Agrícola... A pesar de esto,
tuvo que desaparecer toda una generación de hombres antes de que la
persecución se considerara totalmente exitosa. Aun en 1586, los
anabaptistas moravos lograron esconder del duque Guillaume a 600
víctimas. Este ejemplo prueba que no sólo cientos, sino miles de
personas se vieron forzadas a huir, siendo una terrible ruptura en un
país poco poblado.
"Pero —dijo Alberto V al concilio de la ciudad de Munichdebemos
poner el honor de Dios y la salvación de almas por encima de
todo interés temporal". 16
Poco a poco toda la enseñanza en Baviera se dejó en manos de los
jesuitas, llegando a ser esa tierra la base para su penetración en el este,
oeste y norte de Alemania.
14. H. Boehmer, ibid.
15. Rene Fulop-Miller,ibid.
16. H. Boehmer, ibid.
38
La Historia Secreta de los Jesuítas
"Desde 1585, los Padres convirtieron la sección de Westfalia que
dependía de Colonia; en 1586, llegaron a Neuss y Bonn, una de las
residencias del arzobispo de Colonia; abrieron universidades en
Hildesheim en 1587 y en Munster en 1588. Ésta en particular tenía ya
1300 estudiantes en 1618... De ese modo, el catolicismo reconquistó
gran parte de Alemania occidental, gracias a los Wittelsbach y a los
jesuítas.
"La alianza entre los Wittelsbach y los jesuítas quizá fue aún más
importante para las 'tierras austríacas' que para Alemania occidental".!'?
El archiduque Carlos de Styrie, último hijo del emperador
Ferdinando, se casó en 1571 con una princesa bávara, "que introdujo en
el castillo de Gratz las estrechas tendencias católicas y la amistad con
los jesuítas, que prevalecían en la corte de Munich". Bajo su influencia,
Carlos se esforzó para "extirpar la herejía" de su reino y, cuando estaba
muriendo en 1590, hizo jurar a su hijo y sucesor, Ferdinando, que
continuaría el trabajo. En todo caso, Ferdinando estaba preparado para
eso. "Durante cinco años había sido discípulo de los jesuítas en
Ingolstadt; además, tenía una mentalidad tan estrecha que, para él, no
existía tarea más noble que el restablecimiento de la iglesia católica en
ios estados que había heredado. No le interesaba si esta tarea
beneficiaba o no a sus tierras. "Prefiero", decía él, "reinar sobre un país
en ruinas que sobre uno que está condenado".'8
En 1617, el emperador coronó al archiduque Ferdinando como rey de
Bohemia. "Influenciado por su confesor jesuíta, Viller, Ferdinando de
inmediato empezó a combatir el protestantismo en su nuevo reino. Esto
marcó el inicio de la sangrienta guerra religiosa que, durante los
siguientes 30 años, mantuvo en suspenso a Europa. En 1618, cuando los
trágicos sucesos en Praga dieron la señal para una franca rebelión, el anciano
emperador Matías primero trató de transigir, pero carecía del poder
suficiente como para que predominaran sus intenciones contra el rey
Ferdinando, quien estaba dominado por su confesor jesuíta; por tanto, se
perdió la última esperanza de resolver el conflicto en forma amistosa".
"Al mismo tiempo, las tierras de Bohemia habían tomado medidas
especiales, decretando solemnemente que se debía expulsar a todos ios
jesuítas, puesto que los veían como promotores de la guerra civil".19
Pronto Moravia y Silesia siguieron ese ejemplo, y los protestantes de
17-18. H. Boehmer, op. cit., pp. 117,120.
19. J. Huber, op. cit., pp. 180-183.
Alemania
Hungría —donde el jesuíta Pazmany gobernaba con vara de hierro—
también se rebelaron. Pero, en la batalla de la montana Blanca (1620)
venció Ferdinando, a quien habían hecho emperador otra vez tras la
muerte de Matías.
"Los jesuítas persuadieron a Ferdinando para que infligiera el castigo
más cruel a los rebeldes; el protestantismo fue expulsado de todo el
país, usando medios demasiado horrendos como para describirlos... Al
finalizar la guerra, la ruina material del país era total".
"El jesuíta Balbinus, historiador de Bohemia, se preguntaba cómo
pudieron quedar aún algunos habitantes en esc país. No obstante, la
ruina moral fue aún peor... La floreciente cultura de los nobles y la
clase media, la rica literatura nacional que no podía rempiazarse: todo
fue destruido; incluso se abolió la nacionalidad. Bohemia dio libertad a
las actividades de los jesuítas, y estos quemaron la literatura
checoeslovaca en forma masiva. Bajo su influencia, aun el nombre del
gran santo de la nación, Juan Huss, gradualmente se fue apagando hasta
extinguirse en los corazones de la gente... El mayor grado de poder de
los jesuítas —decía Tomek— coincidió con la más grande decadencia
del país en su cultura nacional; la influencia de la Orden hizo que el
despertamiento de esta tierra desdichada llegara casi un siglo
demasiado tarde..."
"Al concluir la Guerra de los Treinta Años, estableciéndose la paz y
asegurándoles a los alemanes protestantes los mismos derechos
políticos que disfrutaban los católicos, los jesuítas hicieron lo posible
para continuar la pelea; fue en vano".20
Sin embargo, lograron que su discípulo Leopoldo I —el emperador
reinante entonces— prometiera que perseguiría a los protestantes en los
territorios que le pertenecían, y especialmente en Hungría. "Escoltados
por dragones imperiales, los jesuítas iniciaron el trabajo de conversión
en 1671. Los húngaros se levantaron y comenzaron una guerra que
duró casi toda una generación... Pero la insurrección fue victoriosa bajo
el liderazgo de Francis Kakoczy. El vencedor quiso expulsar a los
jesuítas de todos ios países que cayeron bajo su poder; pero influyentes
protectores de la Orden consiguieron poner fin a esas medidas, y la
expulsión no ocurrió sino hasta 1707...
"El príncipe Eugenio culpó, con dura franqueza, a la política de la
20.ReneFulop-Miller,op. cit.,II,pp. 104-105.
40
La Historia Secreta de ios Jesuítas
casa imperial y las intrigas de los jesuitas en Hungría. Escribió:
'Austria casi pierde a Hungría debido a su persecución contra los
protestantes'. Un día exclamó amargamente que la moral de los turcos
era mucho más elevada que la de los jesuitas, al menos en la práctica.
Estos 'no sólo desean dominar las conciencias, sino tener el derecho
sobre la vida y muerte de los hombres'.
"Austria y Baviera cosecharon los frutos de la total dominación
jesuíta; la reducción de toda tendencia progresista y la anulación
sistemática de la gente".
"La profunda miseria que siguió a la guerra religiosa, la política
impotente, la decadencia intelectual, la corrupción moral, la horrenda
disminución de la población y el empobrecimiento de Alemania: estos
fueron los resultados de las acciones de la Orden".21
21.J.Huber,op.cit.,pp. 183-186.
41
Parte II
Capítulo 3
Suiza
En el siglo 17, los jesuitas lograron al fin establecerse en Suiza,
habiendo sido llamados y luego expulsados por algunas ciudades de la
Confederación en la segunda mitad del siglo 16.
El arzobispo de Milán, Carlos Borromee, que había aprobado que se
establecieran en Lucerna en 1578, pronto comprendió cuáles serían las
consecuencias de sus actos, como nos lo recuerda J. Huber: "Carlos
Borromee le escribió a su confesor que la Compañía de Jesús,
gobernada por líderes que eran más políticos que religiosos, se estaba
volviendo demasiado poderosa como para preservar la moderación y
sujeción necesarias... Domina a reyes y príncipes, y gobierna sobre
asuntos temporales y espirituales; la institución piadosa ha perdido el
espíritu que la animaba originalmente; nos veremos forzados a
aboliría" .22
Al mismo tiempo, en Francia, el famoso experto legal Etienne
Pasquier escribió: "Introduzcan esta Orden en nuestro medio, y también
introducirán disensión, caos y confusión".23
¿No es esa la queja que se escuchaba en todos los países, una y otra
vez? Fue la misma que hubo en Suiza cuando, a través de la halagadora
apariencia con que la Compañía se cubría tan bien, se vio la evidencia
de sus obras malvadas.
"Dondequiera que los jesuitas lograban echar raíces, seducían a
grandes y pequeños, a jóvenes y ancianos. Muy pronto las autoridades
empezaban a consultarles respecto a asuntos importantes; sus
donaciones comenzaban a llegar y, en poco tiempo, ocupaban todos los
colegios y escuelas, los pulpitos de la mayoría de las iglesias, los
confesionarios de la gente más influyente y de más alto nivel. Como
confesores a cargo de la educación de todas las clases de la sociedad, y
consejeros y amigos íntimos de miembros del concilio, su influencia
22. J. Huber, op.cit.,p. 131.
23. Citado porH. Fulop-Miller, "Les Jesuiteset le secret de leur puissance"
(París: PIOQ, 1933), p. 57.
42
La Historia Secreta de los Jesuítas
crecía de día en día, y, no esperaron mucho para ejercerla en asuntos
públicos. Lucerna y Fribourg eran los centros principales; desde allí
manejaban la política exterior de la mayoría de los cantones católicos...
"Todo plan contra el protestantismo en Suiza, forjado en Roma o por
otros poderes extranjeros, contaba con et apoyo total de los jesuítas...
"En 1620, lograron que la población católica de Veltlin se levantara
contra los protestantes y mataran a 600. El papa otorgó ia indulgencia a
todos los que participaron en ese terrible acto.
"En 1656, provocaron una guerra civil entre miembros de las distintas
confesiones... Tiempo después, los jesuítas iniciaron una nueva guerra
religiosa.
"En 1712, se discutía respecto a la paz en Aarau. Lucerna y Uri ya la
habían aceptado cuando, por orden de Roma, los jesuítas hicieron lo
posible para revertir la situación. Negaban la absolución a todos los que
se negaban a tomar las armas. Proclamaban a todo volumen, desde sus
pulpitos, que uno no estaba obligado a cumplir su palabra si se la había
dado a un hereje; a los concejales moderados los impulsaban a
sospechar y trataban de quitarlos de sus cargos; y, en Lucerna,
provocaron un amenazante levantamiento del pueblo contra el
gobierno, al grado que la autoridad suprema se resignó a violar la paz.
En esa lucha los católicos fueron derrotados y firmaron un gravoso
acuerdo de paz.
"Desde entonces la influencia de la Orden en Suiza fue disminuyendo
gradualmente" .24
Hoy, el artículo 51 de la constitución suiza prohibe que la Sociedad
de Jesús celebre actividades culturales o educativas en el territorio de la
Confederación, y todo esfuerzo para abolir esa ley siempre se ha
rechazado.
24, J. Huber, op. cit.,pp. 188ss.
43
Partell
Capítulo 4
Polonia y Rusia
En ningún otro territorio fue tan mortal la dominación jesuíta como
lo fue en Polonia. Esto lo prueba el historiador moderado H. Boehmcr,
quien no muestra una hostilidad sistemática contra la Sociedad.
"Los jesuítas fueron totalmente responsables por la aniquilación de
Polonia. La acusación expresada de ese modo resulta exagerada. La
decadencia del estado polaco había principiado antes que ellos llegaran.
Pero, sin duda aceleraron la desintegración del reino. Entre todos los
estados, Polonia, donde había millones de cristianos ortodoxos, debería
haber aplicado la tolerancia religiosa como uno de los principios más
esenciales de su política interior. Sin embargo, los jesuítas no lo
permitieron. Peor aún, pusieron la política exterior de Polonia al
servicio de los intereses católicos en una manera fatal".25
Esto se escribió a fines del siglo 18; es muy similar a ío que el
corone] Beck, ex ministro de Asuntos Exteriores de Polonia (1932-
1939) dijo después de la guerra de 1939-1945:
"El Vaticano es una de las causas principales de la tragedia de mi
país. Muy tarde comprendí que habíamos trabajado en nuestra política
exterior sólo para seTvir a los intereses de la Iglesia Católica" .26
Por tanto, con varios siglos de separación, la misma influencia
desastrosa había dejado su marca una vez más en esa desafortunada
nación.
Ya en 1581 el padre Possevino, legado pontificio en Moscú, había
procurado que el zar Iván el Terrible se uniera a la Iglesia Romana.
Iván no estaba totalmente contra ésta. Lleno de esperanza, en 1584
Possevino actuó como mediador del tratado de paz de Kirewora Gora
entre Rusia y Polonia, un acuerdo que salvó a Iván de dificultades
inextricables. Esto era precisamente lo que deseaba el astuto soberano.
Después no se habló más de la conversión de los rusos. Possevino tuvo
que salir de Rusia sin haber logrado nada. Dos años después, los Padres
25.H. Boehmer, op. cit,,p. 135.
26. Declaración del 6 de febrero de 1940.
44
La Historia Secreta de los Jesuítas
tuvieron una oportunidad aún mejor de controlar a Rusia: Grischka
Ostrepjew, un monje a quien habían obligado a colgar los hábitos, le
reveló a un jesuíta que él era Demetrio, hijo del zar Iván que había sido
asesinado; y declaró que si ocupaba el trono de los zares, él pondría a
Moscú bajo el control de Roma. Sin pensarlo, los jesuítas se encargaron
de presentar a Ostrepjew al gobernante de Sandomir, quien le dio a su
hija en matrimonio. Ellos hablaron en su favor al rey Segismundo III y
al papa respecto a sus expectativas, y lograron que el ejército polaco se
levantara contra el zar Boris Godunov. Como recompensa por estos
servicios, el falso Demetrio renunció a la religión de sus padres en
Cracovia, uno de los centros jesuítas, y le prometió a la Orden que se
establecería en Moscú, cerca del Kremlin, después de derrotar a Boris.
"Sin embargo, estos favores de los católicos despertaron el odio de la
Iglesia Ortodoxa Rusa contra Demetrio. El 27 de mayo de 1606 fue
masacrado por cientos de seguidores polacos. Hasta entonces casi no se
podía hablar de un sentimiento nacional ruso; pero después, ese
sentimiento era muy fuerte, convirtiéndose de inmediato en odio
fanático contra la Iglesia Romana y Polonia.
"La alianza con Austria y la política de ataque de Segismundo III
contra los turcos, impulsadas fuertemente por la Orden, fueron también
desastrosas para Polonia. En resumen, ningún otro estado sufrió tanto
como Polonia bajo la dominación jesuíta. Y, aparte de Portugal, en
ningún otro país fue tan poderosa la Sociedad. Polonia no sólo tenía un
'rey de los jesuítas', sino también un rey jesuíta, Jean-Casimir, que
había pertenecido a la Orden antes de ascender al trono en 1649...
"Mientras Polonia se dirigía en forma acelerada a la mina, el número
de establecimientos y colegios jesuítas estaba creciendo tan
rápidamente que el general convirtió a Polonia en una congregación
especial en 1751".27
27.H. Boehmer, op.cit., pp. 135ss.
Parte II
Capítulo 5
Suecia e Inglaterra
"En los países escandinavos —escribió Pierre Dominique— el
luteranismo opacó todo lo demás y, cuando los jesuítas contraatacaron,
no hallaron lo mismo que en Alemania: un partido católico ya
minoritario pero aún fuerte".28
Su única esperanza era la conversión del soberano, quien apoyaba al
catolicismo en secreto. Además el rey Juan UI, de la dinastía Vasa, en 1568
se había casado con Catalina, una princesa polaca que era católica
romana. En 1574, el padre Nicolás y otros jesuítas fueron llevados a la
escuela de teología recién establecida, donde se despertó en ellos el
fervor para convertir a la gente al catolicismo, aunque oficialmente seguían
el luteranismo. Después, el astuto negociador Possevino logró la conversión
de Juan III y recibió la responsabilidad de la educación de su hijo, el
futuro Segismundo III, rey de Polonia. Cuando llegó el tiempo de
someter a Suecia a la Santa Sede, las condiciones que presentó el rey
—matrimonio de los sacerdotes, uso del idioma vernáculo en los servicios,
y la comunión con los dos elementos—, y que la Curia romana ya había
rechazado, hicieron que las negociaciones se paralizaran. En todo caso,
el rey, cuya primera esposa había fallecido, se había casado con una
luterana sueca. Los jesuítas tuvieron que salir del país.
"La Orden obtuvo otra gran victoria en Suecia 50 años después. La
reina Cristina —hija de Gustavo Adolfo, el último de los Vasas— se
convirtió bajo la enseñanza de dos profesores jesuítas, quienes habían
llegado a Estocolmo simulando ser nobles viajeros italianos. Pero, a fin
de cambiar de religión sin conflictos, ella tuvo que abdicar el 24 de
junio de 1654" 29
En Inglaterra, por otro lado, la situación parecía ser más favorable
para la Sociedad. Ésta podía abrigar la esperanza, al menos por un
tiempo, de lograr que el país volviera a estar bajo la jurisdicción de la
Santa Sede,
28.Pierre Dominique,op.cit.,p. 76.
29. H. Boehmer, op. cit„ pp. 137-139.
46
La Historia Secreta de los Jesuitas
"Cuando la reina Isabel ascendió al trono en 1558, Irlanda aún era
totalmente católica, e Inglaterra en un 50 por ciento... En 1542, el papa
había enviado a Salmerón y a Broet para evaluar la situación en
Irlanda" .30
Se habían establecido seminarios dirigidos por jesuitas en Douai,
Pont-a-Mousson y Roma, con la idea de capacitar a misioneros
ingleses, irlandeses y escoceses. Poniéndose de acuerdo con Felipe II
de España, la Curia romana trabajó para derrocar a Isabel y poner en su
lugar a la católica María Estuardo. Un levantamiento irlandés,
provocado por Roma, había sido derrotado. Pero los jesuitas, que
habían llegado a Inglaterra en 1580, participaron en una gran asamblea
católica en Southwark.
"Después, bajo distintos disfraces, fueron de condado en condado, de
las casas de campo a los castillos. En la noche escuchaban confesiones;
en la mañana predicaban y servían la comunión, y luego desaparecían
en forma tan misteriosa como habían llegado. La ra/ón era que, a partir
del 15 de julio, Isabel los había proscrito".31
Por tanto, imprimieron y distribuyeron en secreto folletos mordaces
contra la reina y la Iglesia Anglicana. Uno de ellos, el padre Campion,
fue apresado y condenado a la horca por alta traición. En Edimburgo
también tramaron ganarse al rey Santiago de Escocia para su causa. El
resultado de estos disturbios fue la ejecución de María Estuardo en
1587.
Luego siguió la expedición española, la armada invencible que hizo
temblar a Inglaterra por un tiempo, produciendo la "unión sagrada" en
torno al trono de Isabel. Pero la Compañía continuó sus proyectos,
capacitando a sacerdotes ingleses en Valladolid, Sevilla, Madrid y
Lisboa, a la vez que difundía su propaganda en Inglaterra bajo la
dirección del padre Garnett. Después del complot de Gunpowder contra
Santiago I, sucesor de Isabel, el padre Garnett fue condenado por
complicidad y terminó en la horca como el padre Campion.
Bajo Carlos I, que entonces estaba en la Mancomunidad de
Cromwel], otros jesuitas pagaron sus intrigas con la vida. La Orden
había pensado que triunfaría bajo Carlos II, quien había firmado un
tratado secreto con Luis XIV en Dover, prometiendo restaurar el
catolicismo en el territorio.
30.Ibid.
31. Ibid.,pp. 140-142.
Suecia Y Inglaterra
47
"La nación no estaba totalmente informada al respecto, pero lo poco
que se supo bastó para crear una terrible conmoción. Inglaterra entera
tembló ante la sombra de Loyola y las conspiraciones de los
jesuítas".32
La reunión que éstos celebraron en el palacio despertó la furia del
pueblo.
"Carlos II, que disfrutaba la vida de rey y no quería embarcarse en
otra 'travesía por los mares', envió a la horca a cinco sacerdotes por
alta traición en Tyburn... Esto no desanimó a los jesuitas... Sin
embargo, Carlos II era demasiado prudente y esceptico para el gusto de
ellos, dispuesto siempre a abandonarlos. Cuando Santiago II subió al
trono, pensaron que verían la victoria. De hecho, el rey siguió el
antiguo juego de María Tudor pero con medios más suaves.
Pretendiendo haber convertido a Inglaterra, en el palacio de Savoy
estableció un colegio para los jesuitas, a donde llegaron de inmediato
400 estudiantes en residencia. Una evidente camarilla de jesuitas
ocuparon el palacio.,.
'Todas estas circunstancias fueron la causa principal de la revolución
de 1688. Los jesuitas tenían que actuar contra una corriente demasiado
poderosa. Para entonces, en Inglaterra había 20 protestantes por cada
católico. El rey fue derrocado; todos los miembros de la Compañía
terminaron en prisión o fueron ejecutados. Por algún tiempo, los
jesuitas reiniciaron su trabajo de agentes secretos, pero sólo fue una
agitación fútil. Habían perdido la causa".33
32. Ibid., pp. 140,142.
33. Pierre Domimque, op. cit., pp. 101-102.
48
Parte II
Capítulo 6
Francia
La Orden empezó a establecerse en Francia en 1551, es decir, 17
años después de su fundación en la capilla de Saint-Denis en
Montmartre.
Los jesuítas se presentaban como adversarios eficaces de la Reforma,
la cual había ganado a una séptima parte de la población francesa; sin
embargo, la gente desconfiaba de estos soldados tan devotos a la Santa
Sede. Por tanto, su penetración en el territorio francés fue lenta. Como
hicieron en otros países donde la opinión general no les era favorable,
se introdujeron sutilmente entre ía gente de la corte; luego, por medio
de ésta llegaron a las clases altas. En París, no obstante, el parlamento,
la universidad y aun el clero se mantuvieron hostiles. Esto fue evidente
cuando intentaron establecer allí un colegio.
"La Facultad de Teología, cuya misión es salvaguardar los principios
religiosos en Francia, el 1 de diciembre de 1554 decretó que 'esta
sociedad parece ser extremadamente peligrosa respecto a la fe; es
enemiga de la paz de la iglesia, destructora del estado monástico, y
parece haber nacido para cansar ruina en vez de edificar'".34
No obstante, a los Padres les permitieron establecerse en Billom, en
un extremo de Auvergne. Desde allí, organizaron una gran actividad
contra la Reforma en las provincias del sur de Francia. El famoso
Laínez, representante en el Concilio de Trento, se distinguió en
polémica, especialmente en el Coloquio de Poissy, en un desafortunado
intento de conciliar las dos doctrinas (1561).
Gracias a la reina madre Catalina de Médicis, la Orden abrió su
primer establecimiento parisino, el Colegio de Clermont, que competía
con la universidad. La oposición de parte de esta universidad, el clero y
el parlamento fue más o menos apaciguada mediante concesiones —al
menos verbales— que hizo la Compañía, prometiendo conformarse al
derecho común. Pero la universidad peleó en forma ardua y prolongada
34. Gastón Bally, op. cit., p. 69.
Francia
49
contra la introducción de "hombres sobornados a expensas de Francia,
para tomar armas contra el rey". Esta declaración, hecha por Etienne
Pasquier, poco después resultó cierta.
No es necesario preguntar si los jesuítas "consintieron" en que se
realizara la masacre de San Bartolomé (1572). ¿La "prepararon" ellos?
Quién sabe... La política de la Compañía, sutil y variable en sus
procedimientos, tenía metas muy claras. La política de los papas era
"destruir la herejía". Todo debía subordinarse a este objetivo principal.
"Catalina de Médicis trabajó para lograr esta meta y la Compañía podía
contar con los Guises".35
Pero, este plan principal, que recibió tanta ayuda con ía masacre de la
noche del 24 de agosto de 1572, despertó un terrible odio fratricida.
Tres años después surgió la Liga, tras el asesinato del duque de Guise
— llamado "el rey de París"—, y la apelación a Su Muy Cristiana
Majestad para que peleara contra los protestantes.
"El astuto Enrique III hizo lo posible para evitar una guerra de
religiones. Poniéndose de acuerdo con Enrique de Navarra, reunieron a
los protestantes y a la mayoría de los católicos moderados para luchar
contra París, la Liga y los partidarios romanos fanáticos apoyados por
España...
"Los jesuítas, poderosos en París, protestaron que el rey de Francia se
había rendido a la herejía... El comité que dirigía a la Liga deliberó en
la casa de los jesuítas, en la calle San Antonio. ¿Estaba París bajo el
dominio de España? Era poco probable. ¿Lo controlaba la Liga? Ésta
era sólo un instrumento usado por manos capaces... La Compañía de
Jesús que había estado luchando en nombre de Roma por 30 años... era
el amo secreto de París".
"Enrique III fue asesinado. Puesto que el heredero era protestante, al
parecer el motivo no era político; pero, ¿acaso quienes planearon el
asesinato, y persuadieron al jacobino Clement para que lo ejecutara,
esperaban que la Francia católica se levantara contra el heredero
hugonote? Lo cierto es que el jesuíta Camelet llamó "ángel" a Clement;
y el jesuita Guignard, que después fue ejecutado en la horca, moldeaba
la opinión de sus alumnos dándoles textos tiranicidas como ejercicios
de latín" .36
35. Pierre Dominique, op. cit., p. 84.
36.Ibid.,pp.85-86,89.
50
La Historia Secreta de los Jesuítas
Entre otras cosas, esos ejercicios decían: "Jacques Clement realizó un
acto meritorio inspirado por el Espíritu Santo... Si podemos librar
guerra contra el rey, hagámoslo; si no, matémoslo". También decían:
"Cometimos un gran error en San Bartolomé; deberíamos haber hecho
que la vena real se desangrara".37
En 1592, Barriere —que intentó asesinar a Enrique IV— confesó que el
padre Varade, rector de los jesuítas en París, lo había persuadido para que
lo hiciera. En 1594 lo intentó Jean Chatel, ex discípulo de los jesuítas,
quienes escucharon su confesión justo antes del atentado. Fue en esa
ocasión cuando, en la casa del padre Guignard, se encontraron los ejercicios
escolares antes mencionados. "El sacerdote fue ejecutado en la horca en
Greve, mientras el rey confirmaba un edicto del parlamento, desterrando
del reino a los hijos de Loyola por 'corromper a jóvenes, perturbar la
paz pública y ser enemigos del estado y la corona de Francia..."'
Sin embargo, el edicto no se cumplió totalmente. En 1603 el rey lo
derogó, actuando en contra del consejo del parlamento. Aquaviva, el general
de los jesuitas, actuó con astucia, haciendo creer a Enrique IV que la Orden,
restablecida en Francia, serviría lealmente a los intereses nacionales. Siendo
tan sutil, ¿cómo pudo creer el rey que esos romanos fanáticos aceptarían
el Edicto de Nantes (1498), que determinaba los derechos de los
protestantes en Francia, y peor aún, que apoyarían sus proyectos contra
España y el emperador? La realidad es que Enrique IV escogió como
confesor y tutor de los Dauphin al padre Cotton, uno de los miembros
más distinguidos de la Compañía.383 El 16 de mayo de 1610, en la
víspera de su campaña contra Austria, fue asesinado por Ravaillac,
quien confesó haber recibido la inspiración de los escritos de los padres
Mariana y Suárez. Ambos aprobaban el asesinato de "tiranos" heTejes,
o de quienes no eran suficientemente devotos a los intereses del
papado. El duque de Epernon, quien hizo que el rey leyera una carta
mientras el asesino esperaba, era amigo de los jesuitas, y Michelet
probó que éstos sabían lo que se planeaba hacer. "Momentos antes,
Ravaillac se había confesado al jesuita d'Aubigny, y cuando los jueces
interrogaron al sacerdote, éste sólo respondió que Dios le había dado el
don de olvidar de inmediato lo que escuchaba en el confesionario".38
37.1bid.,pp. 85-86, 89.
38a. Siendo Cotton la palabra en inglés para "algodón", los adversarios de este
sacerdote solían decir que él tenía "algodón" en los oídos.
38. Henri Fulop-Miller, op. cit., p. 113.
Francia
51
El parlamento, persuadido de que Ravaillac había sido sólo el
instrumento de la Compañía, ordenó al verdugo que quemara el libro
del padre Mariana.
"Afortunadamente Aquaviva aún estaba allí. Una vez más, este gran
general tramó todo bien; condenó con severidad la legitimidad del
tiranicidio. La Compañía siempre tenía autores que, en el silencio de
sus estudios, exponían la doctrina con toda su rectitud; también tenía
grandes políticos que, cuando era necesario, la cubrían con las
máscaras apropiadas"39
Gracias al padre Cotton, que se hizo cargo de la situación, la
Sociedad de Jesús salió ilesa de la tormenta. Rápidamente crecieron sus
riquezas, el número de sus establecimientos y de sus adherentes. Pero
cuando Luis XITI ascendió al trono y Richelieu tomó en sus manos los
asuntos del estado, hubo un choque de voluntades. El cardenal jamás
permitía que alguien se opusiera a su política. El jesuita Caussin,
confesor del rey, descubrió esta realidad cuando lo enviaron a la prisión
de Rennes por orden de Richelieu, como criminal estatal. Esto dio buen
resultado. A fin de permanecer en Francia, la Orden incluso colaboró
con el terrible ministro.
Al respecto, Boehmer escribió: "La falta de consideración que el
gobierno francés —desde Felipe el Bello— siempre mostró hacia la
iglesia, en los conflictos entre los intereses nacionales y los religiosos,
una vez más fue la mejor política".40
El ascenso de Luis XIV al trono marcó el principio de la época más
próspera para la Orden. Los confesores jesuitas usaron extensamente su
actitud "laxa" —la tolerancia astuta con la que atraían a pecadores que
no ansiaban hacer penitencia— entre la gente común y en la corte, en
especial con el rey, que era más dado a las mujeres que a la devoción.
Su Majestad no tenía intención alguna de renunciar a sus amoríos y,
aunque estaba cometiendo adulterio, el confesor cuidaba de no tocar el
tema. Pronto toda la familia real tenía sólo confesores jesuitas, y la
influencia de éstos creció entre la alta sociedad. Los sacerdotes de París
atacaron en sus "Escritos" la moral disoluta de los famosos casuistas de
la Compañía, pero sin resultado. Pascal mismo, durante la gran disputa
teológica de aquel tiempo, intervino en vano a favor de los jansenistas.
39. Pierre Dominique.op. cit,,p. 95.
40. H. Boehmer, op. cit., p. 100.
52
La Historia Secreta de los Jesuítas
En sus "Cartas provinciales" expuso al ridículo a los jesuítas, sus
oponentes extremadamente mundanos.
A pesar de eso, el lugar seguro que tenían en la corte les dio la
victoria, mientras que los de Puerto Real sucumbieron. La Orden
obtuvo otra victoria para Roma, cuyas consecuencias eran contrarias a
los intereses nacionales. Por supuesto, aunque tuvieron que aceptar la
paz religiosa establecida por el Edicto de Nantes, continuaron su guerra
secreta contra los protestantes franceses. Al envejecer, Luis XIV se
hizo cada vez más intolerante, siguiendo la influencia de Madame de
Maintenon y del padre La Chaise, su confesor. En 1681, éstos lo
persuadieron para rciniciar la persecución contra los protestantes.
Finalmente, el 17 de octubre de 1685, firmó la "Revocación del Edicto
de Nantes", convirtiendo en criminales a los que rehusaban aceptar la
religión católica. Poco después, a fin de acelerar las conversiones,
surgieron los famosos "dragones". Este nombre siniestro fue parte de
todo intento subsecuente para lograr conversiones por medio de fuego y
cadenas. Mientras los fanáticos vitoreaban, los protestantes huían en
masa del reino. Según Marshal Vauban, Francia perdió así a 400,000
habitantes y 60 millones de francos. Fabricantes, comerciantes, dueños
de barcos y diestros artesanos se fueron a otros países, llevando el
beneficio de sus habilidades.
"El 17 de octubre de 1685 fue un día de victoria para los jesuítas, la
recompensa final por una guerra que había continuado por 125 años sin
cesar. Pero el estado pagó el precio de la victoria de los jesuítas.
"La despoblación y la reducción de la prosperidad nacional fueron
las graves consecuencias materiales de su triunfo, seguidas por un
empobrecimiento espiritual que ni el mejor colegio jesuíta podía sanar.
Esto es lo que Francia sufrió y lo que la Sociedad de Jesús pagaría
después" .4*
Durante el siglo siguiente, los hijos de Loyola no sólo fueron
expulsados de Francia, sino de todos los países europeos; pero, una vez
más, fue sólo por un tiempo. Estos fanáticos janisarios del papado no
habían terminado de causar ruina en su afán por alcanzar su sueño
imposible.
41.1bid.,p. 103.
53
Parte III
Misiones en el Extranjero
Capítulo 1
India, Japón y China
La conversión de "paganos" fue el primer objetivo del fundador de la
Sociedad de Jesús. Aunque la necesidad de combatir al protestantismo
en Europa ocupó cada vez más la atención de sus discípulos, y esta acción
política y religiosa —de la cual vimos un breve resumen— se convirtió
en su tarea principal, aún procuraban evangelizar las tierras lejanas.
Su ideal teocrático —poner al mundo bajo la autoridad de la Santa Sédeles
demandaba ir a todas las regiones del mundo para conquistar almas.
Francisco Javier —uno de los primeros compañeros de Ignacio y
canonizado también por la iglesia— fue el gran promotor de la
evangelización de Asia. En 1542 desembarcó en Goa; allí encontró a un
obispo, una catedral y un convento de franciscanos, que con algunos
sacerdotes portugueses habían tratado ya de difundir la religión de
Cristo. Debido al impulso que dio Javier a ese primer intento, lo
llamaron "apóstol de la India". En realidad, fue pionero y "motivador",
pero no logró resultados duraderos. Siendo impetuoso y entusiasta,
buscaba nuevos campos de acción y señalaba el camino, pero no
siempre despejaba eí terreno. En el reino de Travancore, Malaca, las
islas de Banda, Macasar y Ceilán, su encanto personal y sus discursos
elocuentes maravillaron. Como resultado, se convirtieron 70,000
"idólatras", especialmente de la casta baja. Para lograrlo, no
menospreció el apoyo político y aun militar de los portugueses. Estos
resultados, espectaculares más que sólidos, despertaron en Europa el
interés en las misiones y dieron renombre a la Sociedad de Jesús.
Este apóstol incansable, aunque no perseverante, pronto partió de la
India para ir al Japón y luego a la China, donde iba a trabajar, pero
falleció en Cantón en 1552.
Su sucesor en la India, Roberto de Nobile, aplicó allí los mismos
métodos que los jesuítas usaban con éxito en Europa. Apeló a las clases
más altas. Y, a los "intocables", sólo les alcanzaba la hostia consagrada
en la punta de un palo.
Con la aprobación del papa Gregorio XV, adoptó las vestiduras,
54 La Historia Secreta de los Jesuitas
costumbres y estilo de vida de los brahmanes, mezclando los ritos
cristianos con los de ellos. Gracias a esta ambigüedad, afirmaba que
había "convertido" a 250,000 hindúes. Pero, "un siglo después de su
muerte, cuando el intransigente papa Benedicto XIV prohibió que se
observaran esos ritos hindúes, todo colapso y desaparecieron los
250,000 sendo católicos".1
En el norte de la India, en el territorio del gran mogol Akbar —un
hombre tolerante que incluso intentó introducir el sincretismo religioso
en sus estados — , se permitió a los jesuitas edificar un establecimiento
en Lahore en 1575. Los sucesores de Akbar les concedieron los mismos
favores. Sin embargo, Aureng-Zcg (1666-1707), un musulmán
ortodoxo, puso fin a todo eso.
En 1549, Javier se embarcó al Japón con dos compañeros y un
japonés, Yagiro, a quien había convertido en Malaca. Los inicios no
fueron muy promisorios. "Los japoneses tienen su propio concepto de
la muerte, son reservados y su pasado los ha afirmado en el paganismo.
Los adultos sonríen al mirar a esos hombres extraños, y los niños los
siguen para mofarse de ellos".2
Yagiro, siendo japones, logró empezar una pequeña comunidad de
100 seguidores, Francisco Javier, en cambio, sin hablar bien el japonés,
ni siquiera obtuvo audiencia con el Mikado. Cuando él se fue del
Japón, dos padres se quedaron allí y tiempo después lograron la
conversión de los daimios de Arima y Bungo. Cuando este último hizo
su decisión en 1578, lo había estado considerando por 27 años.
El siguiente año los Padres se establecieron en Nagasaki. Afirmaban
haber convertido a 100,000 japoneses. En 1587, la situación interna de
la nación —destruida por guerras entre clanes— cambió por completo.
"Los jesuitas habían sacado provecho de esa anarquía y de su estrecha
relación con comerciantes portugueses".3 Hideyoshi, que había nacido en
la clase baja, usurpó el poder atribuyéndose el título de Taikosama. Él
desconfió de la influencia política de los jesuitas, de su asociación con los
portugueses, y de su conexión con los grandes vasallos guerreros, los samurai.
Por tanto, Ja joven iglesia católica japonesa fue perseguida violentamente.
Seis franciscanos y tres jesuitas fueron crucificados, muchos
convertidos fueron asesinados y la Orden fue expulsada del país.
1. "Les Jesuites", "Le Crapouillot", No. 24, 1954, p. 42.
2.Ibid.,p.43.
3. H. Boehmer, op. cit,, p. 162.
India, Japón y China
55
Sin embargo, el decreto nunca se implemento y los jesuitas
continuaron su apostolado en secreto. Pero en 1614, al primer Shogún,
Tokugawa Yagasu, le inquietaron esas actividades ocultas y reinició la
persecución. Además, los holandeses habían ocupado el lugar de los
portugueses en los negocios, por lo que el gobierno los observaba muy
de cerca. Una profunda desconfianza hacia los extranjeros —
eclesiásticos o laicos— inspiró desde entonces la conducta de los
líderes. En 1638, una rebelión de los cristianos de Nagasaki fue
apagada con sangre. Para los jesuítas, la aventura en el Japón había
concluido, y así permaneció por mucho tiempo.
En la notable obra de Lord Bertrand Russell, "Ciencia y Religión",
leemos lo siguiente acerca de Francisco Javier, el hacedor de milagros:
"Él y sus compañeros escribieron muchas cartas extensas que se han
conservado; en ellas relatan sus labores, pero en ninguna de las que se
escribieron durante su vida se mencionan poderes milagrosos. José
Acosta, el jesuíta que se preocupó por los animales del Perú,
expresamente negó que esos misioneros hubieran contado con la ayuda
de milagros en su esfuerzo para convertir a los paganos. Pero, poco
después de morir Javier, empezaron a surgir numerosas historias de
milagros. Se dijo que tenía don de lenguas, aunque en sus cartas habló
muchas veces de la dificultad para dominar el idioma japonés o para
encontrar buenos intérpretes.
"Se contaba que cuando sus amigos tuvieron sed en el mar, él había
convertido el agua salada en agua fresca. Cuando se le cayó el crucifijo
al mar, un cangrejo se lo devolvió. Según una versión posterior, había
lanzado el crucifijo al mar para calmar una tempestad. Cuando fue
canonizado en 1622, se había probado —para satisfacción de las
autoridades del Vaticano— que había hecho milagros, ya que sin éstos
nadie puede ser santo. El papa dio garantía oficial del don de lenguas;
en especial, le impresionó que Javier hubiera hecho arder las lámparas
con agua bendita en vez de aceite.
"Este papa, Urbano VITI, fue el mismo que rehusó creer las declaraciones
de Galileo. La leyenda siguió mejorando; una biografía escrita por el
padre Bonhours, publicada en 1682, dice que el santo resucitó a 14
personas a lo largo de su vida... Autores católicos aún le atribuyen el don
de milagros; en una biografía publicada en 1872, el padre Coleridge de
la Sociedad de Jesús reiteró que Javier tenía el don de lenguas".4
4. Bertrand RusseH, "Science and Religión" (París: Ed. Gallimard, 1957), pp. 84-85,
56
La Historia Secreta de los Jesuítas
A juzgar por las hazañas mencionadas, san Francisco Javier bien
merecía su aureola.
En la China, los hijos de Loyola disfrutaron de una estadía
prolongada y favorable, con sólo algunas expulsiones; lograron esto
con la condición de que trabajarían principalmente como científicos,
postrándose ante los milenarios ritos de esta antigua civilización.
"El tema principal fue la meteorología. Francisco Javier ya sabía que
los japoneses ignoraban que la tierra era redonda, así que deseaban que
les enseñara al respecto y otros temas similares. En la China llegó a ser
oficial y, puesto que los chinos no eran fanáticos, la situación marchó
pacíficamente". "Un italiano, el padre Ricci, fue quien inició todo. Al
llegar a Pekín, asumió el papel de astrónomo ante los científicos
chinos... La astronomía y las matemáticas eran importantes en las
instituciones chinas. Estas ciencias permitían al soberano establecer las
fechas para sus ceremonias religiosas y civiles... Ricci llevó
información que lo hacía indispensable, lo cual aprovechó para hablar
del cristianismo... Mandó llamar a dos Padres que enmendaron el
calendario tradicional, estableciendo la armonía entre el curso de las
estrellas y los eventos terrenales. Ricci ayudó también en tareas
menores; por ejemplo, dibujó un mapa mural del imperio, en el que
situó cuidadosamente a la China en el centro del universo".5
Este fue el trabajo principal de los jesuítas en el Imperio Celestial; en
cuanto al aspecto religioso de su misión, el interés de la gente en éste fue
mínimo. Resulta curioso que, en Pekín, los Padres se dedicaron a rectificar
los errores astronómicos de los chinos, mientras que en Roma, la Santa
Sede persistió en condenar el sistema de Copérnico hasta 1822. Aunque
los chinos no mostraban inclinación por el misticismo, en 1599 se abrió
la primera iglesia católica en Pekín. Al morir Ricci, lo remplazó un
alemán, el padre Shall von Bell, un astrónomo que también publicó tratados
notables en el idioma chino. En 1644 recibió el título de "Presidente del
Tribunal de Matemáticas", despertando celos entre los mandarines.
Mientras tanto, las comunidades cristianas se organizaron. En 1617 el
emperador, previendo quizá los peligros de esta penetración pacífica,
ordenó la salida de todos los extranjeros. Los Padres fueron enviados
en jaulas de madera a trabajar entre los portugueses de Macao. Sin
embargo, pronto les pidieron que volvieran por ser buenos astrónomos.
En realidad eran también buenos misioneros, con 41 residencias en la
5. "Le Crapouillot", op. cit., p. 44.
India, Japón y China
57
China, 159 iglesias y 257,000 miembros bautizados. Pero, una nueva
reacción contra ellos causó su expulsión, y el padre Shall fue
condenado a muerte. No cabe duda de que él no recibió esa sentencia
únicamente por su trabajo de matemáticas. Un terremoto y el incendio
del palacio imperial, presentados astutamente como señal de la ira del
cielo, le salvó la vida; dos años después falleció en paz. No obstante,
sus compañeros tuvieron que salir de la China.
A pesar de todo, apreciaban tanto a los jesuítas que el emperador
Kang-Hi se sintió obligado a llamarlos otra vez en 1669, y ordenó que
se celebrara un funeral solemne para los restos de Tam lo Vam (Jean-
Adam Shall). Estos honores inusuales fueron tan solo el principio de
excepcionales favores".6
El padre belga Verbiest sucedió a Shall como director de misiones y del
Instituto Imperial de Matemáticas. Él le dio al Observatorio de Pekín los
famosos instrumentos, cuya precisión matemática fue ocultada con quimeras,
dragones, etc. Kang-Hi, "el déspota iluminado" que reinó por 61 años,
apreció los servicios de aquel científico que le dio sabios consejos, lo
acompañó a la guerra e incluso administró una fundición para cañones.
Pero esta actividad profana y militar estaba dirigida "a la mayor gloria
de Dios", como le recordó el Padre al emperador en una nota que le envió
antes de morir: "Señor, muero feliz porque usé casi cada momento de
mi vida para servir a Su Majestad. Pero oro a Él muy humildemente
para que recuerde, después de mi muerte, que mi objetivo en todo lo
que hice fue conseguir un protector para la religión más santa en el
universo; y ese protector era usted, el más grande rey en el oriente".7
Sin embargo, en la China así como en Malabar, esta religión no podía
sobrevivir sin alguna estratagema. Los jesuítas tuvieron que poner la
doctrina romana al nivel de los chinos, identificar a Dios con el cielo
("ticn") o con el "Chang-Ti" (emperador de lo alto), mezclar los ritos
católicos con los rituales chinos, aceptar las enseñanzas de Confucio, la
adoración a los ancestros, etc.
El papa Clemente XI, quien fue informado de todo esto por órdenes
rivales, condenó este "laxismo" doctrinal. Como resultado, quedó destruido
todo el trabajo misionero de los jesuítas en el Imperio Celestial.
Los sucesores de Kang-Hi prohibieron el cristianismo. Los últimos
padres que quedaron en la China murieron allí, y nunca los sustituyeron.
6. H. Boehmer, op. cit.,p. 168.
7. "Correspondente" de Verbiest (Bruselas, 1931), p. 551.
58
Parte III
Capítulo 2
Las Américas: El Estado Jesuíta de Paraguay
Los misioneros de la Sociedad de Jesús descubrieron que el Nuevo
Mundo era mucho más favorable que Asia para realizar su proselitismo.
Allí no existían civilizaciones antiguas y conocidas, religiones
firmemente establecidas ni tradiciones filosóficas; sólo hallaron tribus
pobres y bárbaras, indefensas en lo espiritual y secular frente a los
conquistadores blancos. Sólo México y Perú, que aún tenían fresco en
su mente el recuerdo de los dioses aztecas e incas, se opusieron por
mucho tiempo a esta religión importada. Además, los dominicos y
franciscanos ya estaban bien establecidos.
Por tanto, los hijos de Loyola realizaron su actividad agresiva entre
las tribus salvajes, los cazadores y pescadores nómades. Sus resultados
variaban según la fiereza y oposición de las distintas poblaciones.
En Canadá, los indios hurones —pacíficos y dóciles— aceptaron
fácilmente el catecismo; pero sus enemigos, los iraqueses, atacaron las
estaciones creadas alrededor del fuerte Santa María y masacraron a sus
habitantes. Los indios hurones prácticamente fueron exterminados en
unos diez años. En 1649, los jesuítas tuvieron que salir de allí con unos
300 sobrevivientes.
Al pasar por los territorios que ahora forman los Estados Unidos, los
jesuítas no causaron mayor impresión. Recién en el siglo 19 empezaron
a echar algunas raíces en esa parte del continente.
En Sudamérica el trabajo de los jesuítas enfrentó factores positivos y
negativos. En 1546, los portugueses los invitaron a trabajar en los
territorios que poseían en el Brasil. Mientras convertían a los nativos,
experimentaron numerosos conflictos con las autoridades civiles y otras
órdenes religiosas. Lo mismo ocurrió en Nueva Granada.
En Paraguay, por el contrario, se vivió la gran "experiencia" de la
colonización jesuítica. Este país se extendía desde el Atlántico hasta los
Andes, abarcando territorios que hoy pertenecen a Brasil, Uruguay y
Argentina. El único medio de acceso por la selva virgen eran los ríos
Paraguay y Paraná. La población estaba formada por indígenas nómades
y dóciles, listos a postrarse ante cualquier dominación mientras les
proveyeran alimento y un poco de tabaco.
Las Américas: El Estado Jesuíta de Paraguay
59
Los jesuítas no podrían haber hallado mejores condiciones para
establecerse, lejos de la corrupción de blancos y mestizos, el tipo
perfecto de colonia, una ciudad de Dios conforme al deseo de sus
corazones. A principios del siglo 17, el general de la Orden, a quien la
corte de España había otorgado todo poder, convirtió a Paraguay en
Provincia y el "Estado Jesuita" se desarrolló y floreció.
Los dóciles salvajes fueron catequizados e instruidos para vivir en
forma sedentaria, bajo una disciplina gentil y fuerte a la vez: "Como
mano de hierro en guante de terciopelo". Estas sociedades patriarcales
deliberadamente ignoraban todas las libertades.
"Todo lo que el cristiano posee y usa, la choza donde vive, los
campos que cultiva, el ganado que le provee alimento y vestimenta, las
armas que lleva, las herramientas con que trabaja, aun el único cuchillo
de mesa que se le da a cada pareja joven cuando establece su hogar, es
'Tupambac', propiedad de Dios. Partiendo de este concepto, el
'cristiano' no puede disponer de su tiempo y de su persona libremente.
El bebé que lacta está bajo la protección de su madre. Tan pronto como
puede caminar, está bajo el poder del Padre o de sus agentes... Cuando
la hija crece, aprende a hilar y usar el telar. En el caso del hijo, aprende
a leer y escribir, pero sólo en guaraní; el español está prohibido para
impedir el comercio con los criollos corruptos... Tan pronto como una
muchacha cumple 14 años y un muchacho cumple 16, se les casa
porque los Padres no desean verlos caer en algún pecado carnal...
Ninguno de ellos puede ser sacerdote, monje y menos aún jesuíta,..
Prácticamente no les queda ninguna libertad. Pero, respecto a lo
material, es obvio que están felices... En la mañana, después de misa,
cada grupo de trabajadores va cantando a los campos, uno tras otro,
precedido por alguna imagen sagrada. En la noche regresan a la villa de
la misma manera, para escuchar el catecismo o rezar el rosario. Los
Padres también han pensado en diversiones y recreaciones honestas
páralos 'cristianos'...
"Los jesuítas los cuidan como padres; y, como padres también
castigan los más pequeños errores... El látigo, el ayuno, la prisión,
exponerlos a la vergüenza en la plaza principal, penitencia pública en la
iglesia, estos son los castigos que usan... Así que, los hijos 'rojos' de
Paraguay no conocen otra autoridad sino la de los buenos Padres. No
tienen ni la vaga sospecha de que el rey de España es su soberano".8
8.H. Boehmer, op.cit., pp. 197ss.
60
La Historia Secreta de los Jesuitas
¿No es éste un cuadro perfecto, algo caricaturesco, de la sociedad
teocrática ideal?
Consideremos cómo afectó el avance intelectual y moral de los
beneficiarios de ese sistema, esos "pobres inocentes", como los llamó
el marqués de Loreto: "La alta cultura de las misiones no es sino el
producto artificial de un invernadero que lleva en sí una semilla de
muerte. Porque, a pesar de toda la instrucción y capacitación, el guaraní
continuó siendo en lo profundo lo que era: un salvaje perezoso, de
mentalidad estrecha, sensual, codicioso y sórdido. Como los Padres
mismos dicen, él sólo trabaja cuando siente detrás de él el aguijón del
supervisor. Tan pronto como se les deja solos, no les importa que la
cosecha se esté pudriendo en el campo, que los instrumentos se estén
deteriorando y que los rebaños estén esparcidos. Si no se le vigila
mientras trabaja en los campos, tal vez hasta le quite el yugo a un buey
y lo mate allí mismo, encienda una fogata con la madera del arado y,
con sus compañeros, empiece a comerse la carne medio cocida hasta
que no quede nada. Sabe que recibirá 25 latigazos por eso, pero sabe
también que los Padres nunca lo dejarían morirse de hambre".^
Un libro dice lo siguiente respecto a los castigos de los jesuitas: "El
culpable, vistiendo los atavíos de penitente, era escoltado a la iglesia
donde confesaba su falta. Luego era azotado en la plaza de acuerdo con
el código penal... Los culpables siempre recibían este castigo, no sólo
sin murmuraciones, sino con gratitud... El culpable, habiendo sido
castigado y reconciliado, besaba la mano de aquel que lo había
golpeado, diciendo: 'Que Dios te recompense por liberarme, mediante
este leve castigo, de los sufrimientos eternos que me amenazaban'". 10
Después de leer esto, comprendemos la conclusión a la que llegó
Boehmer: "Bajo la disciplina de los Padres, muy poco se enriqueció la
vida moral del guaraní. Éste se convirtió en un católico devoto y
supersticioso que veía milagros por doquier, y que parecía disfrutar
flagelándose hasta sangrar. Aprendió a obedecer y se apegó a los
Padres —que cuidaban muy bien de él— con una gratitud filial que,
aunque no era muy profunda, era tenaz. Este resultado deficiente
prueba que existía un serio defecto en los métodos educativos de los
Padres, ¿Cuál fue? Que nunca trataron de desarrollar en sus hijos
indígenas las facultades inventivas, la necesidad de actividad y el
9. H. Boehmer, op. cít., pp. 197ss.
10. Clovis Lugon,"LaRepubliquccommunistechretiennedes Guaranis",p. 197.
Las Américas: El Estado Jesuíta de Paraguay
61
sentido de responsabilidad. Ellos mismos inventaban juegos y
entretenimientos para sus cristianos, y pensaban por ellos en vez de
incentivarlos a pensar por sí mismos. Simplemente sometieron a los
que estaban bajo su cuidado a una 'instrucción' mecánica en vez de
educarlos".11
¿Qué otra cosa podían hacer, si ellos mismos habían pasado por una
"instrucción" que duraba 14 años? ¿Podían enseñar a los guaraníes y a
sus alumnos blancos a "pensar por sí mismos", cuando para ellos eso
estaba terminantemente prohibido?
Las siguientes palabras no fueron escritas por un jesuíta antiguo, sino
uno contemporáneo: "Él (el jesuíta) no olvidará que la virtud
característica de la Compañía es obediencia total de la acción, Ja
voluntad y aun el criterio... Todos los superiores estarán obligados de la
misma forma a otros superiores a ellos, y el Padre General lo estará al
Santo Padre... Se organizó así para otorgar a la Santa Sede una
autoridad umversalmente eficaz, y san Ignacio estaba seguro de que la
enseñanza y educación conducirían a la Europa dividida para retornar a
la unidad católica".
El padre Bonhours escribió que con la esperanza de "reformar al
mundo", él había "adoptado en particular este medio: la instrucción de
la juventud".12
La educación de los nativos de Paraguay se realizó con los mismos
principios que los Padres aplicaron en el pasado, aplican ahora, y
aplicarán a todos y en todo lugar. Su meta —deplorada por Boehmer,
pero considerada ideal por esos fanáticos— es: la renuncia a todo
criterio personal y a toda iniciativa, y una sujeción ciega a los
superiores. ¿No es este el "pináculo de la libertad" y la "liberación de la
esclavitud a uno mismo", alabada por el R.P. Rouquette como ya se
mencionó?
Los guaraníes fueron "liberados" en forma tan eficaz por el método
jesuítico, durante más de 150 años, que cuando sus maestros se fueron
en el siglo 18, ellos retomaron a sus selvas y a sus antiguas costumbres,
como si nada hubiera sucedido.
11. H. Boehmer, op. cit.,pp. 204-205.
12. F.Charmot,s.j.,"LaPedagogíe des Jesuites" (París: Edit. Spes, 1943), p. 39.
62
Parte IV
Los Jesuítas en la Sociedad Europea
Capítulo 1
La Enseñanza de los Jesuítas
"El método pedagógico de la Compañía", escribió el R.P. Charmot,
S.J., "consiste primeramente en rodear a los alumnos con una gran
cadena de oraciones".
Después cita al jesuíta Tacchini: "Que el Espíritu Santo los llene
como se llenan los alabastros con perfumes; que penetre tanto en ellos
que, al pasar el tiempo, ¡puedan respirar más y más la fragancia
celestial y el perfume de Cristo!"
El padTe Gandier aporta lo siguiente: "No olvidemos que la educación,
tal como la ve la Compañía, es el ministerio más semejante al ele los
ángeles".!
El padre Charmot dice después: "¡No nos preocupemos de dónde y
cómo se inserta el misticismo en la educación!... No se hace por medio
de un sistema o una técnica artificial, sino mediante infiltración, por
'endósmosis'. Las almas de los niños son impregnadas al estar en
estrecho 'contacto con maestros que están literalmente saturados con él".2
El mismo autor da el siguiente "objetivo del profesor jesuita": "Por
medio de su enseñanza se propone formar, no una élite cristiana
intelectual, sino cristianos elitistas".3
Estas pocas citas nos dicen suficiente acerca del objetivo principal de
estos educadores. Veamos ahora cómo forman a los cristianos elitistas,
y qué clase de misticismo se "inserta" (o inocula), "infiltra" o "bombea
en" los niños sometidos a su sistema educativo.
En primer lugar —algo característico de esta Orden— encontramos a la
virgen María. "Loyola consideró a la Virgen como lo más importante en
su vida. La adoración a María era la base de sus devociones religiosas y
la traspasó a su Orden. Esta adoración se desarrolló tanto que a menudo
se decía, y con razón, que era la verdadera religión de los jesuítas".4
Eso no lo escribió un protestante, sino J. Huber, profesor de teología
católica.
1-3. F. Charmot, S..I., op. cit., pp. 413,415,417,442,493.
4. J. Huber, op.cit., pp. 98-99.
La Enseñanza de los Jesuitas
63
Loyola estaba convencido de que [a Virgen lo había inspirado cuando
él formuló sus "Ejercicios". Un jesuita tuvo una visión de María
cubriendo a la Sociedad con su manto, como señal de su protección
especial. Otro jesuita, Rodrigo de Gois, quedó tan cautivado con la
indescriptible belleza de María que ío vieron elevarse en el aire. Un
novicio de la Orden, que murió en Roma en 1581, fue sostenido por la
Virgen cuando luchaba contra las tentaciones del diablo; a fin de
fortalecerlo, de tiempo en tiempo ella le daba a probar la sangre de su
Hijo y "el consuelo de sus pechos".5
La doctrina de la "inmaculada concepción", creada por Duns Escoto,
fue adoptada con entusiasmo por la Orden, la que logró que Pío IX la
convirtiera en dogma en 1854.
"Erasmo describía satíricamente la adoración a María en su tiempo.
En el cuarto siglo se había inventado la historia de la casa de Loreto,
una casa que, al parecer, los ángeles habían llevado desde Palestina.
Los jesuitas aceptaron esa leyenda y la defendieron. Canisio llegó al
extremo de mostrar cartas supuestamente escritas por María y, gracias a
la Orden, comenzó a llegar mucho dinero a Loreto (como en el caso de
Lourdes, Fátima, etc.).
"Los jesuítas presentaron toda clase de reliquias de la Madre de Dios.
Cuando llegaron a la iglesia de San Miguel, en Munich, ofrecieron para
veneración de los fieles algunos trozos del velo de María, varios
mechones de su cabello y pedazos de su peine; se instituyó un culto
especial para adorar esos objetos...
"Esta adoración degeneró en manifestaciones inmorales y sensuales,
especialmente en los himnos que el padre Jacques Ponlanus dedicó a la
Virgen, El poeta expresaba que no había nada más hermoso que el seno
de María, nada más dulce que su leche, y nada más agradable que su
abdomen".6
Se podrían citar innumerables afirmaciones semejantes. Ignacio
quería que sus discípulos tuvieran una piedad "perceptible" y aun
sensual, similar a la que él tenía, y obviamente lo lograron. Con razón
tuvieron tanto éxito con los guaraníes; este fetichismo erótico era muy
apropiado para ellos. Pero los Padres siempre pensaron que también
sería apropiado para los "blancos". Puesto que el fundamento de su
doctrina era el menosprecio total a la gente como seres humanos, los
5. J. Huber, op. cit., pp. 98-99.
6. "Oeuvres completes" de Bucher (Munich, 1819, II),pp. 477ss.
64
La Historia Secreta de los Jesuítas
"blancos" y los "indígenas" eran iguales, y ambos debían ser tratados
como niños.
Por tanto, trabajaban sin cesar propagando ese espíritu y las prácticas
idólatras. Debido a su influencia sobre la Santa Sede, la cual no puede
funcionar sin ellos, impusieron sus ideas y prácticas a la Iglesia
Romana, a pesar de la oposición que ha disminuido gradualmente.
"El padre Barrí escribió un libro titulado 'El paraíso se abre por
medio de Í00 devociones a la Madre de Dios*. En él expone la idea de
que no es importante cómo entremos en el paraíso; lo importante es
entrar. Enumera ejercicios de piedad externa a María que abren las
puertas del cielo. Entre otras cosas, estos ejercicios consisten en ofrecer
a María salutaciones matutinas y vespertinas; dando con frecuencia a
los ángeles la tarea de saludarla; expresando el deseo de construirle más
iglesias que todas las que han construido los monarcas; llevando día y
noche un rosario como brazalete, o una imagen de María, etc.
"Estas prácticas son suficientes para proveernos salvación; y cuando
estemos a punto de morir, si el diablo reclama nuestras almas, sólo
tenemos que recordarle que María es responsable por nosotros y que
debe tratar con ella".7
En su "Pietas quotidiana erga S.D. Mariam", el padre Pemble
recomienda: "Golpearnos o flagelarnos, ofreciendo cada golpe como
sacrificio a Dios por medio de María; tallar con un cuchillo el sagrado
nombre de María en nuestro pecho; cubrirnos decentemente en la noche
para no ofender la casta mirada de María; decirle a la Virgen que usted
estaría dispuesto a ofrecerle su lugar en el cielo si ella no tuviera uno
propio; desear no haber nacido jamás o preferir el infierno si María no
hubiera nacido; no comer jamás una manzana, como María había sido
guardada del error de probarla".8
Eso se escribió en 1764; pero, al mirar numerosas obras similares que
se publican hoy, vemos que, durante más de 200 años, esa idolatría sin
control creció. El papa Pío XII se distinguió por el derecho de
propiedad sobre María. Y, bajo su gobierno, gran parte de la Iglesia
Romana siguió su ejemplo.
Además, los hijos de Loyola, que siempre ansian conformarse al
espíritu de la época, trataron también de acomodar estos asuntos
medievales pueriles. Existen varios tratados publicados por algunos de
7-8. J. Huber, op. cit., pp. 106-108.
La Enseñanza de los Jesuítas
65
estos Padres, bajo el gran auspicio del "Centre National de la
Recherche Scientifique" (C.N.R.S.).
Si a esto añadimos los escapularios multicolores con sus virtudes
apropiadas, la adoración a los santos, las imágenes, las reliquias, la
defensa de los "milagros", la adoración del Sagrado Corazón,
tendremos una idea del "misticismo" con el que "las almas de los niños
son impregnadas" mediante su contacto con maestros "que están
saturados con él", como escribió el R.P. Charmot en 1943.
No existe otra manera de formar "cristianos elitistas".
No obstante, para vencer en la lucha contra Jas universidades, los
colegios jesuítas tenían que expandir su enseñanza e incluir cursos
seculares, ya que el Renacimiento había despertado la sed de aprender.
Sabemos que así lo hicieron, tomando las precauciones necesarias para
que tal aprendizaje no contradijera el objetivo de su enseñanza:
mantener las mentes en completa obediencia a la iglesia.
Por esa razón, sus alumnos son "rodeados" primero por esa "gran
cadena de oraciones", las cuales no bastarían si al enseñar no
eliminaran cuidadosamente toda idea y espíritu heterodoxos. Por tanto,
el griego y el latín (muy apreciado en estos colegios) se estudiaban por
su valor literario; en cuanto al pensamiento ortodoxo "antiguo",
explicaban sólo lo suficiente como para establecer la llamada filosofía
escolástica superior. Los "humanistas" a los que estaban instruyendo
podían componer discursos y versos en latín, pero ei único amo de sus
pensamientos era Tomás de Aquino, un monje del siglo 13.
Veamos el "Ratio Studiorum", tratado fundamental de la pedagogía
jesuíta que cita el R.P. Charmot: "Descartaremos con cuidado los temas
seculares que no favorezcan la buena moral y la piedad.
Compondremos poemas; pero nuestros poetas serán cristianos, no
seguidores de paganos que invocan a las musas, las ninfas de la
montaña, las ninfas del mar, Calíope, Apolo... u otros dioses y diosas.
Además, si a éstos se les menciona, que sea con el fin de
caricaturizarlos, porque son sólo demonios".9
Así, todas las ciencias —y en especial las ciencias naturales— son
"interpretadas" de manera similar.
El R.P. Charmot ni siquiera trató de ocultarlo cuando habló del
profesor jesuíta en 1943: "Él enseña ciencias, no por estas mismas, sino
9. F. Charmot,SJ., op. cit., pp. 318-319,508-509,494.
66
La Historia Secreta de los Jesuítas
sólo con el propósito de dar la mayor gloria a Dios. Es la regla que san
Ignacio estableció en sus 'Constituciones'".10
También dijo: "Cuando hablamos de toda una cultura, no queremos
decir que enseñamos todos los temas y ciencias, sino que damos una
educación literaria y científica que no es puramente secular e
impermeable a las luces de la Revelación",!!
La instrucción que daban los jesuítas, pues, estaba destinada a ser
más llamativa que profunda, o "formalista" como se le llama a menudo.
"No creían en la libertad, lo que resultó fatal para la enseñanza",
escribió Boehmer.
"La verdad es que los méritos relativos de la enseñanza de los
jesuítas disminuyeron, mientras que la ciencia y los métodos de
educación e instrucción progresaban y se desarrollaban, basados en un
concepto más amplio y más profundo acerca de la humanidad. Bucklc
dijo: 'Mientras más avanzaba la civilización, más terreno perdían los
jesuitas, no sólo por su propia decadencia, sino debido a todas las
modificaciones y los cambios en la mente de los que los rodeaban...
Durante el siglo 16, los jesuitas estuvieron adelante, pero durante el
siglo 18, quedaron atrás de su tiempo'".12
10-11. F. Charmot, S J„ op. cit., pp. 318-319,508-509,494.
12. Jf. Hitber, op. cit., II, p. 177.
67
Parte IV
Capítulo 2
La Moral de los Jesuitas
El espíritu conquistador de la Sociedad, y el ardiente deseo de atraer
conciencias y mantenerlas bajo su influencia exclusiva, sólo podía
impulsar a los jesuitas a ser más indulgentes con los penitentes que los
confesores de otras órdenes o que el clero secular. Como bien dice el
proverbio: "Con vinagre no se atrapan moscas".
Como vimos, Ignacio expresó esa misma idea en diferentes términos
y sus hijos se inspiraron en ella.
"La extraordinaria actividad de la Orden en el campo de la teología
moraí muestra que, para éJ, esta intrincada ciencia tenía mayor
importancia práctica que las otras ciencias".13
Boehmer, a quien pertenece la frase recién citada, nos recuerda que la
confesión rara vez se realizaba durante la Edad Medía; los fíeles
recurrían a ella sólo en casos muy graves. Sin embargo, debido al
carácter dominante de la Iglesia Romana, la práctica fue extendiéndose.
En el siglo 16, la confesión se había convertido ya en un deber religioso
que tenían que cumplir diligentemente. Puesto que Ignacio la
consideraba muy importante, recomendó a sus discípulos que el mayor
número posible de fieles la observara con regularidad.
Este método tuvo resultados extraordinarios. Los confesores jesuitas
pronto recibieron la misma consideración dada a los profesores jesuitas,
y todos veían el confesionario como el símbolo del poder y la actividad
de la Orden, al igual que el cargo de catedrático y la gramática latina..,
"Si leemos las Instrucciones de Ignacio respecto a la confesión y la
teología moral, debemos admitir que desde el principio la Orden estuvo
preparada para tratar amablemente al pecador, Al pasar el tiempo,
mostró cada vez más indulgencia, hasta que esta amabilidad degeneró
en relajación...
"Es fácil ver por qué esta astuta indulgencia les permitió tener tanto
éxito como confesores. Así se ganaron el favor de los nobles y las clases
altas de este mundo, que siempre necesitaban más condescendencia de
13. H. Boehmer, op. cit., pp, 244-246.
68
La Historia Secreta de los Jesuítas
sus confesores que las masas de pecadores comunes.
"Las cortes de la Edad Media nunca tuvieron confesores con poder
total. Esta figura característica apareció en la vida de Jas cortes sólo en
la época moderna, y la Orden Jesuita la implantó en todas partes".14
Boehmer escribió: "En el siglo 17, estos confesores no sólo
obtuvieron considerable influencia política por doquier, sino que
aceptaron funciones o cargos políticos. Fue entonces cuando el padre
Neidhart asumió la dirección de la política española como Primer
Ministro y Gran Inquisidor; el padre Fernández tenía derecho a voz y
voto en el Concilio de Portugal; el padre La Chaise y su sucesor fueron
ministros de Asuntos Eclesiásticos en la corte de Francia.
"Recordemos también el papel que desempeñaron los Padres en la
política general, incluso fuera del confesionario: el padre Possevino fue
legado pontificio en Suecia, Polonia y Rusia; el padre Petre fue
ministro en Inglaterra; el padre Vota fue consejero íntimo de Jean
Sobieski de Polonia, 'creador de reyes' en ese país, y mediador cuando
Prusia llegó a ser reino. Debemos reconocer que ninguna otra orden
mostró tanto interés y talento para la política, ni estuvo tan activa en
ella como la Orden Jesuíta".15
"Si la 'indulgencia' de estos confesores hacia sus augustos penitentes
ayudó grandemente a los intereses de la Orden y de la Curia romana, lo
mismo ocurrió en las esferas más modestas, donde los Padres usaron
métodos convenientes muy similares. Con el espíritu meticuloso y aun
entrometido que heredaron de su fundador, los famosos 'casuistas* —
como Escobar, Mariana, Sánchez, Busenbaum y otros— se dedicaron a
estudiar cada regla y sus aplicaciones a todos los casos que pudieran
presentarse ante el tribunal de penitencia. Sus tratados de 'teología
moral' le dieron a la Compañía una reputación universal, siendo
evidente su sutileza para tergiversar y pervertir los deberes morales más
obvios.
He aquí algunos ejemplos de tales maniobras: "La Ley divina
prescribe: 'No dirás falso testimonio'. 'Existe falso testimonio sólo si el
que prestó juramento usa palabras sabiendo que engañarán al juez. Por
tanto, está permitido usar términos ambiguos, y aun la excusa de
reserva mental en ciertas circunstancias'. 'Si un esposo le pregunta a su
14. H. Boehmer, op. cit„pp. 244-246.
15. Ibid., pp. 247-248,238ss.
La Moral de los Jesuítas
69
esposa adúltera si ha roto el contrato conyugal, ella puede decir "no"
sin titubear, puesto que ese contrato aún existe. Una vez qae haya
obtenido la absolución en el confesionario, ella puede decir: "Estoy sin
pecado", si, mientras lo dice, piensa en la absolución que le quitó la
carga de su pecado. Si el esposo aún permanece incrédulo, puede
tranquilizarlo diciendo que no ha cometido adulterio, y si ella agrega
(en voz baja) adulterio, está obligada a confesar'.
¡No es difícil imaginar el éxito que tuvo esa teoría entre las bellas
damas penitentes!
De hecho, a los galantes acompañantes también los trataban bien:
"La Ley de Dios ordena: 'No matarás'. 'Pero, eso no significa que todo
hombre que mata, comete pecado contra este precepto. Por ejemplo, si
a un noble lo amenazan con golpes o una paliza, él puede matar a su
agresor; por supuesto, este derecho es sólo para los nobles, no para los
plebeyos, porque para el hombre común no es deshonroso recibir una
paliza... Asimismo, un criado que ayuda a su amo a seducir a una
muchacha, no comete pecado mortal si teme serias desventajas o
maltrato en caso de que rehuse hacerlo. SÍ una joven está embarazada,
se puede inducir el aborto si su falta es causa de deshonra para ella o
para un miembro del clero".17
El padre Benzi se hizo famoso al declarar: "Tocar el seno de una
monja es sólo una ofensa leve". Por esta razón, los jesuítas recibieron el
apodo de "teólogos mamilares".
Sin embargo, el famoso casuista Tomás Lanchz merece el premio por
su tratado "De Matrimonio". Allí, el piadoso autor estudia en detalle
todas las variedades del "pecado carnal".
Estudiemos ahora las máximas acerca de la política, en especial la
legitimidad de asesinar a "tiranos", culpables de mostrarse tibios ante
los sagrados intereses de la Santa Sede. Boehmer declara: "Como
acabamos de ver, no es difícil guardarse del pecado mortal.
Dependiendo de las circunstancias, sólo tenemos que usar los
excelentes medios permitidos por los Padres: 'equivocación, reserva
mental, la sutil teoría de la dirección de las intenciones'; entonces, sin
pecar, podremos cometer actos que las masas ignorantes consideran
criminales, pero en los que ni el Padre más severo podrá hallar ni un
átomo de pecado mortal".18
17-18. Ibid., pp. 238,241.
70
La Historia Secreta de los Jesuítas
Entre las regías jesuítas más criminales, examinemos la que despertó
la máxima indignación pública: "Está permitido que un monje o
sacerdote mate a los que estén dispuestos a difamarlo a él o a su
comunidad".
La Orden, pues, se atribuye el derecho de eliminar a sus adversarios
y a miembros de la misma que, habiendo salido de ella, hablen
demasiado. Esto lo encontramos en la "Teología del Padre L'Amy".
Hay otro caso en el que se aplica ese principio, ya que el mismo
jesuíta escribió cínicamente: "Si un Padre, cediendo a la tentación,
viola a una mujer y ella hace público lo ocurrido, deshonrándolo así a
él, ¡este mismo Padre puede matarla para evitar la vergüenza!"
Otro hijo de Loyola, citado por "Le grand fíambeau" Caramuel,
opinó que debían mantener y defender dicha regla: "El Padre puede
usarla como excusa para matar a la mujer y preservar así su honor".
Esta monstruosa teoría se usó para cubrir muchos crímenes
cometidos por eclesiásticos. En 1956 tal vez fue la razón, si no la causa,
del lamentable amorío del sacerdote de Uruffe.
71
Parte IV
Capítulo 3
£1 Eclipse de la Compañía
Los éxitos de la Sociedad de Jesús en Europa y en tierras más
lejanas, aunque intercalados con infortunios, le permitieron mantener
una posición preponderante por mucho tiempo. Pero, como ya se ha
dicho, el tiempo no le favoreció. A medida que evolucionaban las ideas
y el progreso de las ciencias liberaba las mentes, a la gente común y a
los monarcas les resultaba más difícil aceptar el control de los
defensores de la "teocracia".
Además, debido a sus éxitos, éstos cometieron abusos que dañaron
internamente a la Sociedad. Como vimos, se involucraron profundamente
en la política en detrimento de los intereses de la nación. Y, pronto su
actividad devoradora se hizo sentir también en la economía.
"Los Padres participaban demasiado en asuntos ajenos a la religión:
comercio, bolsa de valores y liquidación de bancarrotas. El Colegio
Romano, que debía ser el modelo intelectual y moral de todos los
colegios jesuítas, mandaba hacer grandes cantidades de telas en
Macérala y las vendía a bajo precio en ferias. Sus centros en la India,
las Antillas, México y Brasil empezaron a comerciar productos de las
colonias. En Martinica, un procurador creó vastas plantaciones que eran
cultivadas por esclavos negros".19
Este aspecto comercial de las Misiones Extranjeras se mantiene igual
ahora. La Iglesia Romana nunca ha despreciado la oportunidad de sacar
una ganancia temporal de sus conquistas "espirituales". En esta área,
los jesuítas actuaron como las otras órdenes religiosas, y aún peor. En
todo caso, sabemos que los Padres blancos se encontraban entre los
más ricos terratenientes del norte de áfrica.
Los hijos de Loyola trabajaban con la misma intensidad, ya fuera
para aprovechar al máximo la fuerza laboral de los "paganos" o para
ganar sus almas.
"En México, poseían minas de plata y refinerías de azúcar; en
19. Pierre Dominique, op. cit., pp. 190-191.
72
La Historia Secreta de los Jesuitas
Paraguay, plantaciones de té y cacao, y fábricas de alfombras; además,
criaban ganado y exportaban 80,000 muías cada año".20
Como podemos ver, la evangelización de los "hijos indígenas" era
una buena fuente de ingresos. Y, para obtener aun mayor ganancia, los
Padres no titubeaban en defraudar el tesoro del estado. La prueba es la
conocida historia de las supuestas cajas de chocolate que descargaron
en Cádiz, que realmente estaban llenas de polvo de oro.
El obispo Palafox, a quien el papa Inocente VIII envió como
visitador apostólico, le escribió en 1647: "Toda la riqueza de
Sudamérica está en manos de los jesuitas".
Los asuntos financieros eran igualmente ventajosos. "En Roma, las
arcas de la Orden hacía pagos a la embajada portuguesa en nombre del
gobierno de Portugal. Cuando Augusto Le Fort fue a Polonia, a este
monarca necesitado los Padres de Viena le abrieron una cuenta de
crédito con los jesuitas de Varsovia. En la China, los Padres prestaban
dinero a los comerciantes con intereses del 25, 50 y hasta 100 por
ciento".21
La vergonzosa codicia de la Orden, su moralidad relajada, sus
incesantes intrigas políticas y usurpación de las prerrogativas del clero
secular y regular, provocaron por doquier enemistad mortal y odio. La
Sociedad se había desprestigiado totalmente entre las clases más altas. En
Francia, sus esfuerzos para mantener a la gente bajo una piedad formalista
y supersticiosa dio paso a la inevitable emancipación de las mentes.
No obstante, la prosperidad material de la Sociedad, sus cargos en las
cortes y, en especial, el apoyo de la Santa Sede a la cual consideraban
inamovible, hicieron que los jesuitas se sintieran seguros, aun en
vísperas de su ruina. ¿No habían atravesado ya otras tormentas? ¿No
los habían expulsado unas 30 veces, desde el tiempo de su fundación
hasta mediados del siglo 18? Casi todas ias veces, tarde o temprano,
recuperaron las posiciones que habían perdido.
Sin embargo, el nuevo eclipse que los amenazaba sena casi total, y
esta vez duraría más de 40 años.
Lo extraño es que el primer ataque contra la poderosa Sociedad
provino de la Portugal católica, uno de sus principales bastiones en
Europa. Quizá una de las causas de tal sublevación fue la influencia que
ejerció Inglaterra sobre esa nación desde los inicios del siglo.
20. Andre Mater, citado porPierre Dominique, op.cit.,p. 191.
21.PierreDomiraque, op. cit., p. 191.
El Eclipse de la Compañía
73
Un tratado firmado entre España y Portugal en 1750 —para
establecer los límites en América— dio a los portugueses un vasto
territorio al este del río Uruguay, donde los jesuitas estaban trabajando.
Como resultado, los Padres debían retirarse con sus convertidos,
dejando ese lado de la nueva frontera para dirigirse al territorio español.
Por tanto, armando a sus seguidores guaraníes, libraron una prolongada
guerrilla y, finalmente, quedaron como amos del territorio que le fue
devuelto a España.
El marqués de Pombal, primer ministro de Portugal, se sintió
insultado. Además, este ex discípulo de los jesuitas no había
conservado la "marca" característica de ellos, inspirándose en filósofos
franceses e ingleses, más que en sus antiguos educadores. En 1757,
expulsó a tos confesores jesuitas de la familia real y prohibió que los
miembros de la Sociedad predicaran. Después de varias disputas,
distribuyó folletos ai público —uno de los cuales fue "Breve relato del
reino de los jesuitas en el Paraguay", del cual se habló mucho—, logró
que el papa Benedicto XIV investigara la conducta de ellos, y
finalmente expulsó a la Sociedad de todos sus territorios.
Esto causó conmoción en Europa, sobre todo en Francia, donde poco
después se supo de la bancarrota del padre La Valette. Este "hombre de
negocios", que administraba enormes transacciones de azúcar y café
para la Compañía, se negó a pagar las deudas de los Padres. Esta
decisión tuvo terribles consecuencias. El Parlamento, no satisfecho con
una condena civil, examinó las constituciones de la Orden, declaró
ilegal su establecimiento en Francia y condenó 24 obras de sus autores
principales.
El 6 de abril de 1762 se publicó una "declaración de arresto"
(acusación) que declaraba: "El mencionado Instituto es inadmisible en
todo estado civilizado, ya que su naturaleza es hostil a todas las
autoridades espirituales y temporales. Bajo el pretexto plausible de ser
un instituto religioso, procura introducir en la iglesia y en los estados,
no una Orden deseosa de difundir la perfección evangélica, sino un
cuerpo político que trabaja incansablemente para usurpar toda
autoridad, usando toda clase de medios indirectos, secretos y
deshonestos".
En conclusión, se describió la doctrina jesuíta como "perversa;
destructora de todos los principios honestos y religiosos; ofensiva a la
moral cristiana; perniciosa para la sociedad civil; hostil a los derechos
de la nación, al poder real, y aun a la seguridad de los soberanos y la
74 La Historia Secreta de los Jesuítas
obediencia de sus subditos; apropiada para provocar los mayores
disturbios en los estados, y para concebir y mantener la peor clase de
corrupción en los corazones humanos".
En Francia se confiscaron las propiedades de la Sociedad para
beneficio de la Corona. Además, a ninguno de sus miembros se le
permitió permanecer en el reino, a menos que renunciara a sus votos y
jurara sujetarse a las reglas generales del clero francés.
En Roma, el general de los jesuítas, Ricci, obtuvo del papa Clemente
XIII una bula que confirmaba los privilegios de la Orden y proclamaba
su inocencia. Pero, era demasiado tarde. En España, los Borbones
prohibieron todos los establecimientos de la Sociedad, tanto los
metropolitanos como los de las colonias. Así terminó el estado jesuíta
de Paraguay. Los gobiernos de Ñapóles, Parma y aun el Gran Maestro
de Malta desterraron a los hijos de Loyola de sus territorios. Los 6,000
jesuítas que estaban en España tuvieron una experiencia extraña
después de haber sido llevados a la prisión: "El rey Carlos III envió a
todos los prisioneros al papa con una carta, en la que decía que ios
ponía bajo el sabio e inmediato control de Su Santidad'. Pero, cuando
iban a desembarcar en Civita Vecchia, los recibió el estruendo de un
cañonazo por orden de su propio general, quien ya debía cuidar de los
jesuítas portugueses y ni siquiera podía alimentarlos. Simplemente les
encontraron un asilo en malas condiciones en Córcega".22
"Clemente XIII, electo el 6 de julio de 1758, se había resistido por
mucho tiempo a las peticiones apremiantes de varias naciones que
demandaban la supresión de los jesuítas. Pero, estaba a punto de ceder.
Había convocado a un consistorio para el 3 de febrero de 1769, donde
anunciaría a los cardenales su decisión de acceder a los deseos de esas
cortes. En la víspera de ese día, cuando se preparaba para dormir,
repentinamente se sintió enfermo y exclamó: 'Me muero... ¡Es muy
peligroso atacar a los jesuítas !'"23
Un cónclave se reunió y estuvo en sesión por tres meses. Al fin, el
cardenal Ganganelli se puso la mitra y adoptó el nombre de Clemente
XIV. Las cortes que habían desterrado a los jesuítas continuaron
pidiendo la supresión total de la Sociedad. Pero, el papado no tenía
prisa para abolir el instrumento primordial en la implementación de su
22.Ibid.,p.209.
23. Barón de Ponnat, "Histoire des variations et des contradictions
de l'Eglise romaine" (París: Charpentier, 1882), II,p. 215.
El Eclipse de la Compañía
75
política. Cuatro años después, en 1773, forzado por la firme actitud de
sus oponentes que habían ocupado algunos estados pontificios,
Clemente XIV finalmente firmó el Breve de Disolución "Dominus ac
Redemptor". Aun el general de la Orden, Ricci, fue encarcelado en el
castillo de San angelo, donde murió unos años después.
"Los jesuitas sólo aparentaron sujetarse a este veredicto que los
condenaba... Escribieron innumerables folletos contra el papa,
incitando a la rebelión; difundieron mentiras y difamaron respecto a las
supuestas atrocidades cometidas cuando se les confiscaron sus
propiedades de Roma".2^
Un sector de la opinión europea les atribuyó incluso la muerte de
Clemente XIV, catorce meses después.
"Los jesuitas, al menos en principio, ya no existían; pero Clemente
XIV sabía muy bien que, al firmar la sentencia de muerte de ellos,
estaba firmando también la propia. 'Esta supresión se llevó a cabo al fin
— exclamó— y no lo lamento... Lo haría otra vez si no se hubiera
hecho ya; pero esta supresión me matará'".25
Ganganelli tenía razón. Pronto aparecieron letreros en las paredes del
palacio, con estas cinco letras: I.S.S.S.V. Todos se preguntaban qué
significaban. Clement lo comprendió de inmediato y declaró
valientemente: "Significa: 'In Setiembre, Sara Sede Vacante* {en
septiembre la sede estará vacante, es decir, el papa habrá muerto)".26
Veamos otro testimonio. "El papa Ganganelli no sobrevivió por
mucho tiempo después de la supresión de los jesuitas", dijo Escipión de
Ricci. "El informe de su enfermedad y muerte, enviado a la corte de
Madrid por el Ministro para España en Roma, demostró que había sido
envenenado. Hasta donde se sabe, ni los cardenales ni el nuevo papa
investigaron el suceso. El culpable de tal acto abominable escapó así
del juicio del mundo, ¡pero no escapará de la justicia divina!"27
"Podemos afirmar, con toda seguridad, que el 22 de septiembre de
1774 el papa Clemente XIV murió envenenado".28
Mientras, la emperatriz de Austria, María Teresa, también había
desterrado a los jesuitas de todos sus estados. Sólo Federico de Prusía y
24. J. Huber, op. cit., p. 365.
25. Caraccioli,"Vie du Pape Clement XIV" (París: Desam, 1776), p. 313.
26. Barón de Ponnat, op. cit., p. 223.
27. Potter,"Vie de Scipion de Ricci" (Bruselas, 1825), I, p. 18.
28. Barón de Ponnat, op. cit., 224.
76 La Historia Secreta de los Jesuítas
Catalina II, emperatriz de Rusia, los recibieron en sus países como
educadores. Pero, en Prusia, sólo lograron permanecer diez años, hasta
1786. Rusia les permitió quedarse más tiempo, pero finalmente, por la
misma razón, provocaron la animosidad del gobierno.
"La supresión del cisma y la unión de Rusia con el papa los atrajeron
como la luz atrae a la polilla. Allí iniciaron un activo programa de
propaganda en el ejército y la aristocracia, y lucharon contra la
Sociedad Bíblica creada por el zar. Tuvieron algunos éxitos y lograron
la conversión del príncipe Galitzine, sobrino del Ministro de Religión.
Por tanto, el zar intervino promulgando el decreto del 20 de diciembre
de 18Í5".29
Por supuesto, las causas del decreto, que expulsó a los jesuítas de San
Petersburgo y Moscú, fueron las mismas que en los otros países. "Nos
dimos cuenta de que no cumplían los deberes que se esperaba de ellos...
En vez de vivir como habitantes pacíficos en un país extranjero,
perturbaban la religión griega que ba existido desde la antigüedad, la
religión predominante en nuestro imperio y sobre la cual descansa la
paz y felicidad de las naciones bajo nuestro cetro. Abusaron de la
confianza que lograron, alejando de nuestra religión a la juventud que
se les había confiado y a las mujeres inconstantes... No nos sorprende
que hayan expulsado a esta Orden religiosa de todos los países y que
sus actos no sean tolerados en ningún lugar".29
En 1820, al fin se tomaron medidas generales para desterrarlos de
todo Rusia.
Pero, por sucesos políticos que los favorecieron, una vez más se
encontraban en Europa occidental cuando el papa Pío VII restableció
solemnemente su Orden en 1814.
Daniel-Rops, gran amigo de los jesuítas, expresa con claridad la
importancia política de esta decisión. Respecto a la "reaparición de los
hijos de Loyola", escribió: "Era imposible no ver en ella un acto obvio
de contrarrevolución".3°
29. Pierre Dominique, op. cit., p. 220.
30. Daniel-Rops, de la Academia Francesa, "Leretablissementde la
Compagnie de Jesús" (Etudes, septiembre de 1959).
77
Parte IV
Capítulo 4
El Renacimiento de la Sociedad de Jesús
en el Siglo 19
Cuando a Clemente XIV se le obligó a ordenar la supresión de la
Orden Jesuíta, al parecer declaró: "Me he cortado la mano derecha".
La frase parece válida. Debió ser difícil para la Santa Sede separarse
de su instrumento más importante para dominar al mundo. Sin
embargo, la deshonra de la Orden —una medida política impuesta por
las circunstancias— fue atenuada gradualmente por Pío VI y Pío VII,
sucesores de Clemente XIV. Y, si el eclipse oficial de los jesuítas se
prolongó por 40 años, se debió a la conmoción que la Revolución
Francesa causó en Europa. En todo caso, tal eclipse nunca fue total.
"La mayoría de los jesuítas permanecieron en Austria, Francia,
España e Italia, mezclados con el clero. Se mantenían en contacto o
celebraban grandes reuniones cuando les era posible. En 1794, Jean de
Tournely fundó en Bélgica la Sociedad del Sagrado Corazón, como un
cuerpo docente. Muchos jesuítas se unieron a éste. Tres años después,
el tirolés Paccanari —que se consideraba otro Ignacio— fundó la
Sociedad de los Hermanos de la Fe. En 1799, las dos sociedades se
fusionaron, quedando el padre Clariviere como líder; era el único
jesuita francés que aún vivía. En 1803 se unieron a los jesuítas rusos.
Así, cierta cohesión estaba retomando vida, pero las masas, y la
mayoría de los políticos, no se dieron cuenta al principio".31
La Revolución Francesa, y luego el Imperio, le dieron nuevamente a
la Compañía una credibilidad inesperada. Fue una reacción defensiva
contra las ideas nuevas que estaban surgiendo en las antiguas
monarquías.
Napoleón I describió a la Sociedad como "muy peligrosa; nunca se
31. Pierre Dominique, op. cit.,p, 219. Según Daniel-Rops, así ocurrió la extraña
muerte de Paccanari, fundador de los Padres de la Fe: "Fue llevado ante la Santa
Sede, luego lo encarcelaron en el castillo de San angelo y finalmente fue
'asesinado'" (Etudes, septiembre de 1959).
La Historia Secreta de los Jesuítas
78
permitirá su existencia en el Imperio". Pero, cuando triunfó la Santa
Alianza, los nuevos "monarcas" no despreciaron la ayuda de los
absolutistas para conseguir otra vez la estricta obediencia del pueblo.
No obstante, los tiempos habían cambiado. Los Padres lograron
retardar la propagación de las ideas liberales, pero no la pudieron
detener; sus esfuerzos fueron más perjudiciales que útiles. En Francia,
la Restauración lo experimentó en forma amarga. Luis XVIII, político
astuto y no creyente, procuró reprimir el creciente poder de los "ultras".
Pero, bajo Carlos X —de criterio estrecho y muy devoto—, los jesuítas
no tuvieron problema. La ley que los había expulsado en 1764 aún
estaba vigente. Eso no importaba. Dieron vida a la famosa
Congregación, el primer tipo de Opus Dei. Esta hermandad religiosa,
formada por eclesiásticos y laicos, se encontraba por doquier,
pretendiendo que "limpiaba" el ejercito, la magistratura, la
administración, la profesión docente. Realizaba "misiones" por todo el
país, plantando cruces conmemorativas dondequiera que iba; muchas
de éstas todavía permanecen hoy. Incitaba a los creyentes a pelear
contra los infieles y, llegó a hacerse tan aborrecible que aun Montlosier,
un legitimista muy católico, exclamó:
"Nuestros misioneros han provocado incendios en todas partes. Si
algo se nos tuviera que enviar, preferiríamos la plaga de Marsella que
más misioneros".
En 1828, Carlos X le retiró a la Orden el derecho de enseñar, pero era
demasiado tarde. La dinastía cayó en 1830.
Odiados y en deshonra, los hijos de Loyola permanecieron en
Francia, pero se mantuvieron ocultos puesto que la Orden aún estaba
oficialmente abolida. Luis Felipe y Napoleón III los toleraron. La
República los dispersó en 1880, bajo la administración de Jules Ferry.
El cierre de sus establecimientos se puso en efecto sólo en 1901, bajo la
ley de separación.
Durante el siglo 19, Ja historia de la Compañía en América y en la
mitad de Europa estuvo igualmente llena de altibajos, como en el
pasado, mientras peleaba contra las nuevas ideas.
"Dondequiera que ganaban los de mentalidad liberal, los jesuítas eran
expulsados. Pero si triunfaba el grupo contrario, volvían a establecerse
para defender el trono y el altar. Así, fueron expulsados de Portugal en
1834; de España en 1820, 1835 y 1868; de Suiza en 1848; de Alemania
en 1872; y de Francia en 1880 y 1901.
"En Italia, desde 1859 los despojaron gradualmente de todos sus
El Renacimiento de la Sociedad de Jesús en el Siglo 19
79
colegios y establecimientos, viéndose obligados a interrumpir las
actividades prescritas en sus leyes. Lo mismo ocurrió en los países
latinoamericanos. La Orden enfrentó supresión en Guatemala en 1872;
en México en 1873; en Brasil en 1874; en Ecuador y Colombia en
1875; y en Costa Rica en 1884.
"Los jesuítas únicamente vivieron en paz en países donde el
protestantismo constituía la mayoría: Inglaterra, Suecia, Dinamarca y
Estados Unidos de América. Esto quizá parezca extraño, pero se debió
a que los Padres nunca pudieron ejercer influencia política en esos
países. Sin duda, aceptaban esa realidad por necesidad más que por
inclinación. De otra manera, habrían aprovechado toda oportunidad
para influir en la legislación y administración en forma directa,
controlando a las clases gobernantes, o en forma indirecta, agitando
constantemente a las masas católicas" ,32
En realidad, los países protestantes no estuvieron totalmente inmunes
a la acción de los jesuítas.
"En los Estados Unidos", escribió Fulop-Miller, "la Compañía ha
desplegado una actividad sistemática y fructífera por mucho tiempo,
porque ninguna ley la restringe". "No estoy contento con el
renacimiento de los jesuitas", escribió eí ex presidente de la Unión,
John Adams, a su sucesor, Tomás Jefferson, en 1816. "Muchos de ellos
se presentarán bajo más disfraces de los que haya usado jamás un jefe
de los bohemios: como impresores, escritores, editores, maestros de
escuela, etc. Si alguna asociación de personas ha merecido condenación
eterna en esta tierra y en el infierno, es esta Sociedad de Loyola. Sin
embargo, debido a nuestro sistema de libertad religiosa, sólo podemos
ofrecerles refugio". Jefferson respondió a su predecesor: "Como usted,
me opongo al restablecimiento de los jesuitas, que hace que la luz dé
paso a las tinieblas".33
Como veremos, un siglo después se comprobó que estos temores
estaban justificados.
32. H. Boehmer, op, cit., p. 285.
33, Rene Fulop-Miller, op. cit., pp. 149-150.
80
Parte IV
Capítulo 5
El Segundo Imperio y la Ley de Falloux
— La Guerra de 1870
En el capítulo previo se mencionó la amplia tolerancia que disfrutó la
Sociedad de Jesús en Francia, bajo Napoleón IIÍ, aunque estaba
prohibida oficialmente. Tema que ser así, ya que ese régimen le debía
su existencia —al menos en gran parte— a la Iglesia Romana, cuyo
apoyo nunca faltó mientras duró el régimen. No obstante, resultaría
costoso para Francia.
Los lectores de "Progres du Pas-de-Calais" —publicación para la que
el futura emperador escribió varios. Mtícutos, ett K$AZ y 1&44— roa
podían sospechar que él se inclinaba al "ultramontanismo" al leer lo
siguiente:
"Bajo el pretexto de la libertad para enseñar, el ¿lero demanda el
derecho de instruir a la juventud. El estado, por otro lado, también
demanda el derecho de dirigir la educación pública favoreciendo sus
intereses. Esta lucha es el resultado de opiniones, ideas y sentimientos
divergentes entre el gobierno y la iglesia. Ambos desean influenciar a
las nuevas generaciones, yendo en direcciones opuestas y buscando su
propio beneficio. No creemos, como dice un conocido orador, que
todos los vínculos entre el clero y la autoridad civil deban romperse
para poner fin a esa separación. Desafortunadamente, los ministros de
religión de Francia por lo general se oponen a los intereses
democráticos. Permitirles construir escuelas sin control es animarlos a
enseñar a la gente que odien la revolución y la libertad"-
También dijo: "El clero dejará de ser ultramontano tan pronto como
se le obligue a educarse como en el pasado, manteniéndose al día y
mezclándose con la gente, obteniendo su educación de las mismas
fuentes que el público en general".
Refiriéndose a la forma en que los sacerdotes alemanes se
capacitaban, el autor aclara sus ideas diciendo: "En vez de aislarlos del
resto del mundo desde la niñez, inculcándoles en los seminarios el odio
El Segundo Imperio y la Ley de Falloux—La Guerra de 1870
81
hacia la sociedad en la que deben vivir, aprenderían desde temprano a
ser ciudadanos antes que sacerdotes".34
Esto no fortaleció el clericalismo político del futuro soberano, que
era entonces un "Carbonari". Pero, la ambición de ascender al trono
pronto lo hizo más dócil hacia Roma. ¿No había sido Roma la que lo
había ayudado a subir el primer peldaño?
"Después de ser nombrado presidente de la República el 10 de
diciembre de 1848, Luis Napoleón Bonaparte reúne a varios ministros
alrededor de él; uno de ellos es Falloux, ¿Quién es Falloux? Un
instrumento de los jesuítas... El 4 de enero de 1849 instituye una
comisión, cuya tarea es 'preparar una gran reforma legislativa de la
educación primaria y secundaria'... Durante la discusión, Cousin se
toma la libertad de declarar que quizá la iglesia esté errada a) unir su
destino con los jesuítas. El monseñor Dupanloup defiende firmemente a
la Sociedad... Se estaba preparando una ley sobre la enseñanza que
'compensaría' a los jesuítas. En el pasado se protegió al estado y a la
universidad de las invasiones jesuítas. Estábamos equivocados y fuimos
injustos. Demandábamos que el gobierno aplicara sus leyes contra estos
agentes de un gobierno extranjero y les pedimos perdón por eso. Ellos
son buenos ciudadanos a quienes se difamó y juzgó mal; ¿qué podemos
hacer para mostrarles el respeto y aprecio que merecen?
"Poner en sus manos la enseñanza de las generaciones jóvenes".
"De hecho, ese es el objetivo de la ley del 15 de marzo de 1850. Esta
ley nombra un concilio superior para la Instrucción Pública en el que
domina el clero (art. 1); convierte a los miembros del clero en maestros
de escuelas (art. 44); le da a las asociaciones religiosas el derecho de
crear escuelas libres, sin dar explicaciones sobre congregaciones no
autorizadas (jesuítas) (art. 17,2); las cartas de obediencia serían sus
diplomas (art. 49). Barthelemy Saint-Ililaire trata, en vano, de mostrar
que el propósito de los autores del proyecto es darle al clero el
monopolio, y que esta ley sería fatal para la universidad... Víctor Hugo
exclama también en vano: 'Esta ley es un monopolio en las manos de
los que tratan que la enseñanza salga de la sacristía y que el gobierno
salga del confesionario".35
Sin embargo, la Asamblea ignora las protestas. Prefiere escuchar a
Montalembert, que declara: "Nos ahogarán si no paramos de inmediato
34. "Oeuvres de Napoleón III" (París: Amyot et Plon, 1865), II, pp. 31,33.
35. Adolphe Michel, op. cit., pp. 66ss.
82
La Historia Secreta de los Jesuítas
la corriente actual de racionalismo y demagogia; es más, sólo puede
pararse con ayuda de la iglesia".
Montalembert agrega estas palabras para que la importancia de esta
ley se describa muy bien: "Al desmoralizador y anárquico ejército de
maestros, debemos confrontarlo con el ejército del clero". La ley fue
aprobada. Nunca antes los jesuítas habían obtenido una victoria tan
completa en Francia.
Montalembert lo admitió con orgullo... Dijo: "Defiendo la justicia
apoyando lo mejor posible al gobierno de la República, que ha hecho
tanto para resguardar el orden y mantener la unión del pueblo francés.
En especial, rindió más servicios a la Iglesia Católica que todos los
demás gobiernos en el poder durante los últimos dos siglos".36
Todo esto sucedió hace más de 100 años, pero aún suena familiar
ahora. Sin embargo, veamos cómo la "República", presidida por el
príncipe Luis Napoleón, actuó en el ámbito internacional.
Entre otras repercusiones en Europa, la revolución de 1848 había
provocado el levantamiento de los romanos contra el papa Pío IX, el
soberano temporal que había huido a Gaete. La república romana había
sido proclamada. Pero, en una deshonrosa paradoja, la república
francesa, de común acuerdo con los austríacos y el rey de Ñapóles,
pusieron en el trono otra vez al soberano no deseado.
"Un régimen francés sitió a Roma, tomó el control el 2 de junio de
1849 y restauró el poder pontificio. Permaneció allí con ayuda de una
división francesa de ocupación, la que salió de Roma después de las
primeras derrotas en la guerra franco alemana de 1870".37
Este principio se veía muy prometedor.
"El golpe de estado del 2 de diciembre de 1851 resultó en la
proclamación del emperador. Luis Napoleón, presidente de la
República, había favorecido a los jesuítas en toda forma. Siendo ahora
el emperador, no les negó nada a sus cómplices y aliados. El clero
ofreció sus bendiciones y abundantes "tedeums" por las masacres y
proscripciones del 2 de diciembre. Al responsable de esta abominable
emboscada se le trataba como salvador providencial. El arzobispo de
París, monseñor Sibour, que contempló las masacres en el bulevar,
exclamó:
'Ha llegado el hombre que Dios preparó; el dedo divino nunca estuvo
36. Ibid„pp. 55,66.
37.Larousse,VII,p.371.
El Segundo Imperio y la Ley de Faíloux—La Guerra de 1870
83
más visible que en ios eventos que produjeron estos grandes
resultados'".
El obispo de Saint-Flour dijo desde el pulpito: "Dios señaló a Luis
Napoleón. Él ya lo había elegido para que fuera emperador. Sí, mis
amados hermanos, Dios lo consagró de antemano mediante la
bendición de Sus pontífices y sacerdotes. Él mismo lo aclamó, ¿no
podemos reconocer al elegido de Dios?"
El obispo de Nevers saludó falsamente al "instrumento visible de la
Providencia". "Estas múltiples adulaciones lastimeras merecían una
recompensa. Ésta era la libertad total para los jesuítas mientras
perdurara el emperador. La Sociedad de Jesús fue, literalmente, dueña
de Francia por 18 años... Se enriqueció, multiplicó sus establecimientos
y extendió su influencia. Sus acciones se sintieron en todos los eventos
importantes de esa época, sobre todo en la expedición a México y la
declaración de guerra en 1870" ,38
"El imperio significa paz", declaró el nuevo soberano. Pero, apenas
dos años después de ascender al trono, empezó la primera de las
guerras que libraron en forma sucesiva durante su reinado. La historia
podría decir que las causas de esas guerras no estaban relacionadas, a
menos que veamos lo que las unió: la defensa de los intereses de la
Iglesia Romana. Un ejemplo es la guerra de Crimea, la primera de esas
empresas absurdas que nos debilitaron y no produjo beneficio alguno
para la nación.
No fue un opositor del clero, sino el abad Brugerette quien escribió:
"Uno tiene que leer los discursos que el famoso teatino (padre Ventura)
dio en la capilla de Las Tullerías durante Cuaresma en 1857. Habló de
la restauración del emperador como obra de Dios... Alabó a Napoleón
III por defender la religión en Crimea y hacer que los grandes días de
las Cruzadas brillaran en el oriente por segunda vez... La guerra de
Crimea se consideró como complemento a la expedición romana... El
clero la elogió, admirado por el fervor religioso de las tropas que
sitiaron Sebastopol. Saint Beuve relató en forma conmovedora cómo
Napoleón III había enviado una imagen de la Virgen a la flota
francesa". 39
¿Cuál fue la expedición que despertó el entusiasmo del clero? Pablo
38. Adolphe Michel, op. cit., pp. 71-72.
39. Abad J. Brugerette, "Le Pretre francais et la societe conteraporaine"
(París: Lethielleux, 1933),!,pp. 168,180.
84
La Historia Secreta de los Jesuítas
León, miembro del Instituto, explica: "Una disputa entre monjes
revivió el problema del oriente. Surgió por rivalidades entre la iglesia
latina y la ortodoxa respecto a la protección de los lugares sagrados {en
Palestina). ¿Quiénes cuidarían de las iglesias de Belén, quiénes tendrían
las llaves y dirigirían el trabajo? ¿Por qué asuntos tan pequeños
causaron pugnas entre dos grandes imperios?... Sin embargo, detrás de
los monjes latinos estaba el partido católico francés, que contaba con
antiguos privilegios y apoyaba al nuevo régimen; y detrás de las
crecientes demandas de la iglesia ortodoxa, que había crecido
numéricamente, estaba la influencia rusa".40
El zar pidió protección de la Iglesia Ortodoxa, a la que él debía
brindar seguridad; para ponería en efecto, pidió autorización para que
su flota usara el paso de Dardanelles. Inglaterra, apoyada por Francia,
negó el permiso y estalló la guerra.
"Francia e Inglaterra sólo podían llegar al zar por el mar Negro y la
alianza turca... Desde ese momento, la guerra de Rusia se convirtió en
la guerra de Crimea, centrándose por completo en sitiar a Sebastopol —
un episodio costoso sin resultados positivos. Batallas sangrientas,
epidemias mortales y sufrimientos inhumanos le costaron a Francia
100,000 muertos"M
Debemos indicar que esos 100,000 muertos fueron soldados de
Cristo y gloriosos "mártires de la fe", según el monseñor Sibour,
arzobispo de París, quien declaró en ese tiempo: "La guerra de Crimea
entre Francia y Rusia no es política, sino una guerra santa. No se trata
de un estado que lucha contra otro estado; personas que pelean contra
otras personas, sino una guerra religiosa, una Cruzada".42
Tal admisión no es ambigua, ¿No se oyó lo mismo durante la
ocupación alemana, explicada en términos idénticos por los prelados de
Su Santidad Pío XII y por Pierre Lava! mismo, presidente del Concilio
de Vichy?
En 1S63 se realizó la expedición a México. ¿Cuál era el objetivo?
Transformar una república seglar en imperio, y ofrecérsela a
Maximiliano, archiduque de Austria. Siendo Austria el principal pilar
del papado, el objetivo era también levantar una barrera para detener la
40-41. Paul León, Instituto "La guerre pour la Paix" (París: Ed. Fayard, 1950),
pp. 321-323.
42. Citado por monseñor Journet, "Exigences chretiennes en politique"
(París: Ed. L. V, P., 1945),p. 274.
El Segundo Imperio y la Ley de Falloux—La Guerra de 1870
85
influencia de los Estados Unidos —un país protestante— sobre los
países sudamericanos, baluartes de la Iglesia Romana.
Alberto Bayet escribió sagazmente: "El propósito de la guerra es
establecer un imperio católico en México y acortar el derecho del
pueblo a gobernarse; como en la campaña siria y las dos campañas en
la China, sirve especialmente a los intereses católicos".43
Como sabemos, en 1867, después que el ejército francés se embarcó
otra vez, Maximiliano —desafortunado defensor de la Santa Sede—
fue tomado prisionero cuando Querétaro se rindió y lo mataron de un
tiro. Eso abrió el camino para una república, con el victorioso Juárez
como presidente.
No obstante, Francia pagaría otra vez, y mucho más caro, por el
apoyo político del Vaticano para lograr el trono imperial. Mientras el
ejército francés derramaba su sangre en las cuatro esquinas del mundo,
debilitándose cada vez más al defender intereses ajenos, Prusia, bajo la
pesada mano del futuro "canciller de hierro", expandía su poderío
militar para unir a los estados germanos en un solo bloque. Austria fue
la primera víctima de su voluntad y poder. Después de llegar a un
acuerdo con Prusia, que capturaría a la duquesa danesa de Schleswig y
Holstein, Austria fue engañada por su cómplice. La guerra que estalló
fue ganada por Prusia en Sadowa, el 3 de julio de 1866. Fue un golpe
terrible para la antigua monarquía de los Hapsburg que estaba
decayendo. El golpe fue igualmente duro para el Vaticano, ya que por
mucho tiempo Austria había sido su fiel baluarte en las tierras
germánicas. A partir de ese momento, la Prusia protestante ejercería su
hegemonía sobre ellos, a menos que la Iglesia Romana encontrara un
"brazo secular" capaz de detener por completo la expansión del poder
"hereje".
Pero, ¿quién podía desempeñar ese papel en Europa, aparte del
imperio francés? Napoleón III, "el hombre enviado por la Providencia",
tendría el honor de vengar a Sadowa. El ejército francés no estaba listo.
"La artillería es anticuada. Nuestros cañones aún hay que cargarlos por
la boca", escribió Rothan, el ministro francés en Francfort que veía el
inminente desastre. "Prusia sabe que es superior y que no estamos
preparados", agregó como muchos otros observadores. Los instigadores
de la guerra no estaban preocupados. La candidatura de un príncipe de
la dinastía Hohenzollern, para ocupar el trono vacante de España, fue la
43. Albeit Bayet, "Histoire de France" (París: Ed. du Sagittaire, 1938), p. 282.
86
La Historia Secreta de los Jesuitas
excusa para esa guerra; además, Bismark la deseaba. Cuando falsificó
el despacho de Ems, los defensores de ia guerra tuvieron la situación
bajo control y provocaron una reacción pública.
Francia misma declaró la guerra. Gastón Bally escribió que esa
"guerra de 1870, como la historia demostró, fue obra de los jesuitas".
Adrien Dansette, eminente historiador católico, describe así la
composición del gobierno que envió a Francia al desastre: "Napoleón
III empezó sacrificando a Víctor Duruy, luego decidió nombrar en su
gobierno a hombres del partido del pueblo (enero de 1870). Casi todos
los nuevos ministros eran católicos sinceros, o eclesiásticos que creían
en el conservadurismo social".44
Es fácil comprender ahora lo que era inexplicable: la prisa de este
gobierno para encontrar una causa de guerra de esc despacho
falsificado, aun antes de recibir una confirmación.
"Las consecuencias fueron: el colapso del imperio y, luego, el
contragolpe por el trono papal... La estructura imperial y la estructura
papal, con los jesuitas a la cabeza, cayeron en el mismo barro, a pesar
de la Inmaculada Concepción y la infalibilidad papal; pero, cayeron
sobre las cenizas de Francia".45
44. Adrien Dansette, "Histoire rdigieuse de la France contémporaine'
(París: Flammarion, 1948), p. 432.
45. Gastón Bally, op. cit., pp. 100 101.
Parte IV
87
Capítulo 6
Los Jesuitas en Roma — El Syllabus
En un libro del abad Brugerette, en el capítulo titulado "El clero bajo
el segundo imperio", leemos:
"Devociones particulares, antiguas o nuevas, se celebraban más y
más en un tiempo cuando el romanticismo aún exaltaba los sentidos, en
detrimento de la razón austera. La adoración de santos y reliquias —
que el frío racionalismo había restringido por mucho tiempo— adquirió
nuevo vigor. La adoración de la Santa Virgen, por apariciones en La
Salctte y Lourdes, obtuvo extraordinaria popularidad. Los peregrinajes
a esos lugares favorecidos por milagros se multiplicaron.
"El episcopado francés... favorecía nuevas devociones. En 1854, con
aprecio y gratitud, recibió la encíclica de Pío IX que proclamó el
dogma de la Inmaculada Concepción... Ese episcopado, convocado en
París en 1856 para el bautismo del príncipe imperial, pidió también a
Pío IX que la festividad del Sagrado Corazón... se instituyera como
fiesta solemne de la iglesia universal".46
Esas declaraciones muestran la influencia preponderante que
ejercieron los jesuitas bajo el Segundo Imperio, tanto en Francia como
en la Santa Sede. Como vimos, habían sido y aún eran los propagadores
de esas "devociones particulares, antiguas o nuevas". Esta piedad
"perceptible" —casi sensual— tornó a la gente excesivamente recelosa
en los asuntos religiosos, en especial a las mujeres. En ese aspecto,
debemos admitir que eran realistas. Había pasado el tiempo —ya bajo
Napoleón III— cuando el pueblo, tanto los letrados como los
ignorantes, mostraban profundo interés en temas teológicos.
Intelectualmente, el catolicismo había finalizado sn carrera.
Así, por necesidad, más que por su formación, en los siglos 19 y 20
los hijos de Loyola procuraron despertar una religiosidad supersticiosa,
sobre todo entre las mujeres que conforman la mayor parte del redil. El
objetivo era contrarrestar el "racionalismo".
46. Abad J. Brugerette, op, cit., pp. 183-184,
88
La Historia Secreta de los Jesuítas
Para la educación secundaria de las jóvenes, ía Orden promovió la
fundación de varias congregaciones de mujeres. "La más famosa y
activa fue la Congregación de Damas del Sagrado Corazón. En 1830
contaba con 105 casas y 4,700 maestras, y tenía gran influencia sobre
las clases altas".47
La adoración a María, tan valorada por los jesuitas, bajo el Segundo
Imperio recibió gran ayuda con las "apariciones" oportunas de la
Virgen a una pastorcita de Lourdes. Esto ocurrió dos años después de
que Pío IX, inducido por la Compañía de Jesús, promulgara el dogma
de la Inmaculada Concepción (1854). Los principales actos en este
pontificado fueron victorias para los jesuitas, cuya poderosa influencia
sobre la Curia romana se afirmó cada vez más.
En 1864, Pío IX publicó la encíclica "Quanta Cura", acompañada por
el "Syllabus" t¡ue condenó los mejores principios políticos de las
sociedades de ese tiempo.
"¡Sea anatema todo lo que la Francia moderna aprecia! La Francia
moderna desea la independencia del estado; el Syllabus enseña que el
poder eclesiástico debe ejercer autoridad sin el consentimiento y
permiso del poder civil. La Francia moderna quiere libertad de
conciencia y de culto; el Syllabus enseña que la Iglesia Romana tiene
derecho de usar la fuerza y reinstalar fa Inquisición. La Francia
moderna reconoce la existencia de varios tipos de adoración; el
Syllabus declara que se debe considerar al catolicismo como la única
religión del estado, excluyendo a todas ías demás. La Francia moderna
proclama que el pueblo es soberano; el Syllabus condena el sufragio
universal. La Francia moderna profesa que todos los franceses son
iguales ante la ley; el Syllabus afirma que los clérigos están exentos de
los tribunales civiles y criminales".
"Estas son las doctrinas que los jesuitas enseñan en sus colegios.
Ellos están al frente del ejército de la contrarrevolución... Su misión
consiste en instruir a la juventud que está bajo su cuidado, para que
odie los principios en los que está fundamentada la sociedad francesa
—principios establecidos a un alto costo por generaciones previas.
Mediante sus enseñanzas tratan de dividir a Francia, cuestionando todo
lo que se ha hecho desde 1789. Nosotros queremos armonía; ellos,
discordia. Deseamos paz; ellos, guerra. Queremos que Francia sea
libre; ellos quieren que esté esclavizada. Son una sociedad combatiente
47, H. Boehmer, op. cit., p. 290.
Los Jesuitas en Roma — El Syllabus
89
que recibe órdenes del exterior. Pelean contra nosotros; debemos
defendernos. Nos amenazan; debemos desarmarlos".48
La permanente pretensión de la Santa Sede, de dominar a la sociedad
civil, se reafirmó como Renán declaró en 1848, en el artículo
"Liberalismo clerical": "Demostró que la iglesia condenaba la
soberanía del pueblo, la libertad de conciencia y todas las libertades
modernas. Presentó a la Inquisición como 'la consecuencia lógica de
todo el sistema ortodoxo', como 'el sumario del espíritu de la iglesia'".
Añadió: "Cuando pueda, la iglesia restablecerá la Inquisición; si no lo
hace, es porque no puede".49
El poder de los jesuitas sobre el Vaticano se manifestó con más
fuerza unos años después del Syllabus, cuando se promulgó el dogma
de la infalibilidad papal. El abad Brugerette escribió que este dogma
"cubriría los trágicos años de 1870-1871, que dejaron a Francia en
duelo, con el resplandor de una gran esperanza cristiana".
Luego agregó: "Se puede decir que durante la primera mitad de 1870,
la iglesia francesa no estaba en Francia. Se hallaba en Roma,
apasionadamente ocupada en el Concilio General que Pío IX había
convocado en el Vaticano". Según el monseñor Pie, este clero francés
había "abandonado sus hábitos, sus máximas y sus libertades francesas
o gálicas". Este obispo de Poiticrs añadió que el clero hizo eso
sacrificando el principio de autoridad, la sana doctrina y el derecho
común; colocó todo bajo los pies del soberano pontífice, hizo con ello
un trono para él y tocó la trompeta, diciendo: "El papa es nuestro rey;
no sólo su voluntad es nuestro mandato, sino que sus deseos son
nuestras reglas" .49a
El clero "nacional" se entregó en manos de la Curia romana; por lo
mismo, los católicos franceses se sometieron a la voluntad de un
déspota extranjero que, con el pretexto del dogma o la moral, iba a
imponerles su tendencia política sin oposición alguna. Los católicos
liberales protestaron en vano contra la pretcnsión de la Santa Sede de
dictar sus leyes en nombre del Espíritu Santo. Montalembert, superior
del abad Brugerette, publicó un artículo en la "Gazette" de Francia; en
el protestó contra los que "sacrifican la justicia, la verdad, la razón y la
historia al ídolo que ponen en el Vaticano".50
48. Adolphe Michel, "Les Jesuites" (París: Sandoz et Fischbacher, 1879,
pp. 77 ss).
49-49a-50. Abad J. Brugerette, op. cit., pp. 221, 223.
90
La Historia Secreta de los Jesuitas
Varios obispos notables —como los padres Hyacinthe Loyson y
Gratry— adoptaron la misma posición. Éste dijo con vehemencia: "Él
publicó sucesivamente sus cuatro Cartas al Monseñor Deschamps. En
ellas no sólo discutía eventos históricos —como la condenación del
papa Honorio, que, según él, se opuso a la proclamación de la
infalibilidad papal—, sino que de manera clara y severa denunció que
católicos de autoridad estaban menospreciando la verdad y la integridad
científica. Uno de ellos, candidato eclesiástico al doctorado en teología,
se atrevió a justificar decretos falsos ante la facultad de París,
declarando que "no se trataba de un fraude despreciable". Gratry
agregó: "Aun hoy se afirma que la condenación contra Galileo fue
oportuna",
"¡Ustedes, hombres de poca fe, de corazones miserables y almas
sórdidas! Sus artimañas son vergonzosas. El día en que la gran ciencia
de la naturaleza se elevó sobre el mundo, ustedes la condenaron".
"No se sorprendan si los hombres, antes de perdonarlos a ustedes,
esperan confesión, penitencia, profunda contrición y enmiendas por sus
faltas".5l
Está por demás decir que los jesuitas —que inspiraron a Pío IX y
tenían todo poder sobre el Concilio— no estaban ansiosos de confesar
ni hacer penitencia, contrición o reparación, especialmente cuando casi
alcanzaban la meta fijada en el Concilio de Trento, a mediados del siglo
16. Laínez ya apoyaba entonces la idea de la infalibilidad papal.
Sólo significaba consagrar como dogma una pretensión casi tan
antigua como el papado mismo. Hasta entonces, ningún otro concilio
estuvo dispuesto a ratificarlo, pero el momento parecía apropiado.
Además, el trabajo paciente de tos jesuitas había preparado al clero
nacional para renunciar a sus últimas libertades. Según los
ultramontanos, el colapso inminente del poder temporal del papa —
sucedió antes que votara el Concilio— demandaba un refuerzo de su
autoridad espiritual. El argumento prevaleció y el "dictatus papae" de
Gregorio VII —principios de la teocracia medieval— triunfó a
mediados del siglo 19.
Lo que el nuevo dogma consagró especialmente fue la omnipotencia
de la Compañía de Jesús en la Iglesia Romana,
"El papado ha tenido nuevas ambiciones bajo la cobertura de los
51. Padre Gratry, citado por Brugcrctte, op. cit., p. 229.
Los Jesuitas en Roma — El Syllabus
91
jesuitas, quienes se establecieron en el Vaticano cuando los poderes
seculares los rechazaron en todos los países libres, considerándolos una
sociedad de malhechores. Estos hombres malvados —que han
convertido el evangelio en un espectáculo de lágrimas y sangre, y
continúan siendo los peores enemigos de la democracia y la libertad de
pensamiento— dominan a la Curia romana. Todos sus esfuerzos se
concentran en mantener en la iglesia su perniciosa preponderancia y sus
doctrinas vergonzosas.
"Dedicados a la causa de la centralización extrema, apóstoles de la
teocracia, son los maestros reconocidos del catolicismo contemporáneo
y estampan su sello en la teología, en su piedad oficial y en sus
políticas fraudulentas.
"Como verdaderos jansenistas del Vaticano, inspiran todo, gobiernan
todo, penetran en todo lugar, establecen la 'información' como sistema
de gobierno, y son fieles a una casuística cuya profunda inmoralidad la
historia ha revelado, inspirando las inmortales páginas de Pascal con
sus burlas sublimes. Mediante el Syllabus de 1864, que ellos mismos
formularon, Pío IX declaró la guerra a todo pensamiento libre; años
después, reforzó el dogma de la infalibilidad, un verdadero
anacronismo histórico al que la ciencia moderna no dio importancia".52
A los que, contra todas las probabilidades, insistan en considerar las
citas anteriores como exageraciones y menosprecios, sólo podemos
presentarles la confirmación misma de esos hechos de la pluma
ortodoxa de Daniel-Rops. Esta confirmación tiene aún más peso porque
se imprimió en 1959 en la publicación de los jesuitas, "Etudes", bajo
este título: "El Restablecimiento de la Compañía de Jesús". Por tanto,
en un verdadero mensaje de defensa, leemos:
"Por muchas razones la reorganización de la Compañía de Jesús tuvo
gran importancia histórica. La Santa Sede redescubrió al grupo Fiel y
devoto a su causa, al cual pronto necesitaría. Muchos Padres ejercieron
en ese siglo —como lo hacen ahora— una influencia discreta pero
profunda en ciertas disposiciones adoptadas por el Vaticano. Incluso se
escuchaba en Roma un proverbio: 'Los que controlan la pluma del papa
son jesuitas'. Su influencia fue obvia en el desarrollo de la adoración al
Sagrado Corazón, en la proclamación del dogma de la Inmaculada
Concepción, en la redacción del 'Syllabus' y en la definición de
52. Louis Roguelin, "L'Eglise chretienne primitive et le catholicisme" (París:
Maurice Boivent, 1927), pp. 79-81.
92
La Historia Secreta de los Jesuítas
'infalibilidad'. Se esperaba que la 'Civilta Cattolica', fundada por el
jesuíta napolitano Cario Curcí, reflejara el pensamiento de Pío IX
durante la mayor parte de su pontificado".53
Esta confesión es clara. Sólo le recordaríamos al espíritu de este
académico piadoso que, lógicamente, y a juzgar por el contexto previo,
más bien el pensamiento del papa reflejaba las opiniones de la "Civilta
Cattolica".
Los jesuítas, que gozaban de poder total en Roma por su espíritu y
organización, procuraron una creciente intervención del papado en la
política internacional. Louis Roguelin escribió: "Puesto que la Iglesia
de Roma perdió su poder temporal, aprovechaba toda oportunidad para
recuperar el terreno que fue forzada a abandonar; para ello, aumentaba
sus actividades diplomáticas. Ya que su estrategia astutamente
encubierta era dividir a fin de reinan procuraba tornar cada conflicto a
su favor".
Según el plan de los subditos de Loyola, el dogma de la infalibilidad
papal favoreció mucho esta acción de la Santa Sede. Su importancia es
evidente puesto que la mayoría de los estados tienen un representante
acreditado ante ella. Con el pretexto del dogma y la moral —temas que
en principio limitan el término 'infalible' — , el papa dispone hoy de
una autoridad ilimitada sobre la conciencia de los fieles.
Así, durante el siglo 20, ef Vaticano participó activamente en la
política interior y exterior de los países; incluso los gobernó por medio
de los partidos católicos. Además, apoyó a hombres "providenciales"
como Mussolini y Hitler que, con su ayuda, originaron las catástrofes
más terribles.
El vicario de Cristo agradeció los servicios de la famosa Sociedad
que trabajó eficaz y arduamente en su favor. La reputación de estos
"hijos de Satanás" —como los calificaron algunos religiosos
valientes— está empañada; pero ellos, por su parte, pueden alardear por
el testimonio de aprobación del fallecido papa Pío XII, cuyo confesor
era un jesuíta alemán.
El 9 de agosto de 1955 "La Croix" publicó lo siguiente: "La iglesia no
desea otros ayudantes sino los de esta Compañía... Esperamos que los
hijos de Loyola se esfuercen por seguir los pasos de los anteriores..."
Hoy, al igual que en el pasado, están haciendo justamente eso, para el
maí de las naciones.
53. Daniel-Rops, op. cit.